CAMPO BRAVO

Una antigua ganadería de Andalucía desaparece y ‘se va’ a Castellón: adiós a Jaén tras 100 años


sábado 18 noviembre, 2023

El pasado mes de mayo se cerraba un nuevo capitulo en el hierro jiennense que ponía fin a un vínculo que nació en 1914

Toro
Un toro en imagen de archivo. © Pablo Ramos

El pasado 24 de mayo un trocito de la historia ganadera de la provincia de Jaén ponía rumbo hacia tierras turolensess para posteriormente comenzar un nuevo proyecto ganadero en Castellón. Una vacada, la de Jacinto Ortega, con varias sangres, con predominio de Duque de Veragua (de casta vazqueña) y D. Luis Gamero Cívico cerraba una etapa para abrir una nueva a cientos de kilómetros. Se trataba de la ganadería de Jacinto Ortega, perteneciente esta a la familia del matador de toros Juan ortega.

La totalidad de los animales salieron desde la finca “Los Monasterios” ubicada en el término municipal de Baños de la Encina (Jaén) hasta la finca “Los Capuchos” situada en la localidad turolense de Puertomingalvo, destino momentáneo hasta su emplazamiento definitivo en tierras castellonenses de Cabanes. Una finca que haría de puente hasta tener terminada aquella donde pastarían finalmente los animales.

Un hierro que fue formado en 1914 Jacinto Ortega Casado, con vacas y un semental de don Celso Pellón, añadiendo en 1920 40 vacas y un semental del Marqués de Cuyas, un semental de Olea y otro de Rufo Serrano. Pasaron los años y Jacinto continuó con la ampliación de su ganadería al adquirir en 1941 un lote de vacas y un semental procedentes de Veragua y Campos Varela, que es la sangre dominante en la actualidad. En 1955, y por fallecimiento de don Jacinto, se anuncia la ganadería a nombre de herederos. Tras su venta en 2021 pasó a anunciarse como “La Jotera”.

Tras su venta en 2021, el pasado mes de mayo puso finalmente rumbo hacia otros pagos con el nombre de Toros de la Jotera, que rinde homenaje al origen aragonés de la madre de los hermanos Carnicer, si bien los animales, el hierro y todos los derechos son adquiridos a Jacinto Ortega, ganadero de gran solera que ha intentado mantener una ganadería que cumplió en sus manos 106 años de historia. Una ganadería que había encontrado en las calles una salida para esos animales que pastaban en Baños de la Encina, un lugar donde el toro bravo se erigía como el Rey.

Una apuesta decidida por una ganadería que estaba teniendo grandes dificultades para sortear la pandemia: “No podíamos dejar morir en el matadero a una ganadería que nos hizo aficionados” comentaba Jorge Carnicer. La idea de su actual ganadero no es otra que preservar un encaste y un tipo de toro diferente al resto, ese que aún tiene cabida en un circuito donde se debería cuidar y proteger sangres únicas como esta.