El trato entre Morante y la familia Lozano para la compra/venta de animales con el hierro de Alcurrucén está cerrado. Fue ayer, miércoles, 15 de noviembre, cuando el matador sevillano compró una punta de vacas y un semental a uno de los hierros con más regularidad e historia de la cabaña brava, y uno de los que más toros de triunfo ha echado al ruedo de Madrid desde la pasada década de los 90, en el pasado siglo.
Parece que José Antonio ya prepara el que podría ser su retiro cuando deje de torear, dado que ha comprado la legendaria finca de La Malvaloca, el no menos mítico hierro de Pérez de la Concha -ganadería en que el cigarrero toreó por primera vez y, por lo tanto, con un especial valor emotivo para él- y ahora animales suficientes para iniciar una andadura como ganadero de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia con procedencia Núñez.
Pero no cualquier procedencia, porque si hay una ganadería encastada en esa sangre que tiene personalidad y comportamiento propios es precisamente la de Alcurrucén, vacada a la que los Hermanos Lozano han puesto en lo más alto de la órbita ganadera de la actualidad.
Meramente anecdótica es la compra de dos vacas a Goyo Quintas -que al final no se las cobró a José Antonio-, puesto que la aventura ganadera que iniciará el de La Puebla pretende tener una base sólida para ir trabajando con ellla en el tipo de animal que quiere criar y dotar de su personalidad.