Era una noche especial y, en consecuencia, fue un lujo para Ventura estar en ella conmemorando el primer siglo de vida de Xajay, una de las ganaderías más importantes de México.
Más aún, con el precioso ambiente que registró la Plaza de Toros Provincia Juriquilla, prácticamente llena. Un ambiente de lujo para un cumpleaños de lujo. Se llamó Don Juan el ejemplar que le correspondió a Diego Ventura, pero que no fue precisamente para enamorarse de él porque colaboró poco. Se aquerenció pronto y esperó siempre. Así las cosas, le sacó todo el jugo posible, mérito que el público vio y valoró.
Lo paró magistralmente sobre la grupa de Joselito, girando sobre los cuartos traseros en un palmo de terreno y aun soportando ya en esos primeros lances que el toro cortaba el viaje. Le llegó mucho ya en banderillas para provocar sus embestidas con Velásquez y Bronce en un derroche de entrega y recursos, pisando terrenos de cercanías siempre con la incertidumbre de las reservas del toro, muy parado. Por estas mismas circunstancias, tuvo mucho valor el par a dos manos con Generoso antes de las cortas y un rejón entero en segunda instancia.