Es una constante que hemos vivido con muchos, muchos toreros y que, a la larga, ha sido una solución cortoplacista que ha hecho claudicar al matador que ha elegido ese camino: torear, torear y torear. Son numerosos los casos en los que se ha producido la circunstancia, pero también el ejemplo muestra la importancia de saber decir que no. Y puede parecer un contrasentido, pero hay ocasiones en las que saber decir que no es lo que define la carrera de un torero, y Fernando Adrián se enfrenta ahora a ese dilema.
Son 17 puertas grandes consecutivas. 17, oiga, dos de ellas en Madrid. Si eso no basta para que un torero se permita decir que no es mejor que nos vayamos todos del toreo. Y estoy seguro de que han llegado numerosas ofertas para torear en el inicio de temporada, pero también lo estoy de que han sido pensando que trataban con el mismo torero al que antes le decían que no y ahora le dicen que sí en las mismas condiciones. Es cierto que es el «debe» que el toreo tiene con él. Pero lo que acepte ahora definirá su trayectoria como matador de toros.
Principalmente en Madrid, porque no me cabe duda de que en Sevilla ni se molestarán en llamarlo. Fernando no huele a azuquiqui ni a alhelí; lo que hace lo hace de verdad y está en ese momento en que pisa el terreno que abrasa con la confianza de que no va a ser a él. Ojalá me equivoque, pero creo que Ramón Valencia, al hacer la feria, va a pensar que ese tal Adrián es el medio centro del Arsenal. Y eso es un problema, porque a todo matador le ha llegado la noche de soñar con Sevilla, pero si lo cumples a cualquier precio, ese será el precio que tengas desde entonces. Y esa afirmación es la que define por qué muchos toreros que llevaban vitola de mandones se han quedado en el camino.
Hace exactamente nueve meses a Fernando le valía cualquier cosa. Y había que decir que sí a casi todo. Hoy, si tú no le das importancia a lo que has hecho -17 puertas grandes consecutivas, repito-, no puedes esperar que se la den los empresarios. Por lo tanto, si hoy no eres tú el que defina su categoría, no podrás exigir después que te traten como te mereces. Todo aficionado cabal dirá que Fernando Adrián merece estar en los puestos de salida de 2024, y es verdad. Pero yo, en el lugar de su apoderado, Maximino Pérez -y me consta que lo sabe-, valoraría el precio de aceptar un cartel.
Lugar, ganado, compañeros, televisión y dineros deben ser -y casi por ese orden- los aspectos a valorar por el equipo del toreo, que ahora puede ponerse a entrenar y olvidarse de cómo van las cosas en los despachos. Porque ahora, si dices que no, es posible que pierdas una fecha, una feria y hasta una oportunidad; pero marcarás los mínimos de tu propia estima. Porque tu ruina la debes administrar tú…