El 8 de septiembre de 2019 la plaza de toros de “La Caverina” echó el cierre por última vez. “Hormigón”, de la legendaria ganadería de Miura, cárdeno, número 90 y nacido en enero de 2016, fue arrastrado minutos antes, tras haber puesto en dificultades al novillero murciano Fran Ferrer. Después vino la pandemia y el desacuerdo. Un paréntesis de cuatro años que hoy se cierra, con el anuncio de que “La Caverina” volverá a abrir sus puertas de nuevo.
El ayuntamiento de Calasparra ha llegado a un acuerdo con la familia propietaria, encabezada por Joaquín Caballero, para la compra del más que centenario coso por un importe de 392.748,10 euros. Tras la adquisición del inmueble, se pretende que las obras de reforma, acondicionamiento y mejora comiencen cuanto antes, para que pueda albergar no solo festejos taurinos de forma cómoda y segura, sino cualquier otro tipo de actos culturales, festivos, etc.
Así lo ha anunciado en la tarde de este viernes la alcaldesa Teresa García que, junto a su equipo de gobierno, ha comparecido para anunciar el histórico acuerdo. Un indudable logro que preserva el patrimonio, garantiza la sucesión y la continuidad de la plaza de toros, que se ha convertido en el epicentro de la feria del “Arroz de Calasparra”, motor a la vez cultural y económico de la localidad.
Aunque existe la voluntad, no parece posible que las obras pueden estar acabadas para albergar los festejos de la temporada 2024, por lo que se apunta a 2025 como el año de la reapertura. Mientras tanto la feria seguiría desarrollándose en un coso provisional portátil, como las últimas dos temporadas.
La plaza fue construida en 1896. Tras años de altibajos, cuando estaba abandonada, fue comprada y recuperada por los hermanos Caballero en 1973. A partir de 1991, con la creación por parte de la familia propietaria, lidera por Joaquín Caballero, junto al ayuntamiento y a los arroceros de la localidad de la “Feria del Arroz”, ha vivido sus momentos de mayor esplendor, siendo decisiva para la integración en las fiestas la recuperación de los Encierros, en 1999.
Tras arduas negociaciones, finalmente se ha impuesto la palabra, la cordura, la sensatez, la visión histórica, la generosidad, la defensa de la cultura taurina, de la economía y del patrimonio de la localidad.