JAVIER
FERNÁNDEZ-CABALLERO
Volvían José Antonio
«Morante de la Puebla” y Alejandro Talavante al escenario maestrante este
Domingo de Resurrección. José María Manzanares, que había reaparecido en este
mismo coso un año antes, completaba un cartel en el que la expectación y los
toros de Garcigrande y Domingo Hernández eran la esperanza del abonado.
«Amoroso” llevaba
por nombre el primero, un castaño de Domingo Hernández, con buena presencia,
alto de sienes y al que Morante le meció el capote a la verónica emborronada
por varios enganchones, pero rompiéndose en los cuatro últimos lances.
Cristóbal Cruz le metió la primera vara, rectificando porque le salió un punto
baja. Poca fuerza mostró el astado tras el tercio de varas y gañafones en el de
banderillas. Brindó Morante al público para sacarse con torería el toro a las
rayas. Le faltaba ritmo, prontitud, alegría y entrega al de Domingo. No rompió
la faena, yendo Morante a por la espada y dejando una estocada casi entera.
Serio era el «Calamillero”
segundo, un tío de Garcigrande para José María Manzanares que salió dormido y
que se llevó varias verónicas del alicantino. Derribó a Chocolate en varas,
entrando por gaoneras Alejandro Talavante en el quite. Le respondió José María
por chicuelinas con garbo, echándose la mano después y motivando al respetable
hispalense. Se la jugó Rafa Rosa de poder a poder en banderillas, con el toro
apretando hacia adentro y saliendo con brío del par, recogiendo posteriormente
una ovación. Fue capaz de fijarlo en la primera tanda por el derecho,
ejecutando una perfecta colocación, quedándose en el sitio y llevando
embraguetado al astado salmantino. Le faltó raza al toro y no fue a más el
trasteo. Una estocada puso fin a su labor.
«Lamparero”
llevaba por nombre un tercero que era el toro de la vuelta de Talavante al
escenario maestrante. Se derrumbó en el caballo de Manuel Cid, descordándose y
siendo devuelto. Tampoco le sobraba la fuerza al sobrero de Garcigrande que
salió en su lugar. Con el cartucho de pescao se fue a iniciarle faena,
acariciándolo al natural Talavante. Muy despacito fue también la tanda al
natural de la segunda tanda, llevando dulcísimo Alejandro al astado. La
siguiente tanda también fue por la zurda, sonando el Maestro Tejera con el
pasodoble «Dávila Miura”, rompiéndose el torero y rompiendo a la afición
sevillana. Gustosa también fue la siguiente en redondo, por el mismo palo. Un
estoconazo puso fin a su labor.
«Fantástico”
llevaba por nombre el cuarto de la tarde, segundo del lote de Morante de la
Puebla con el que se explayó en un doble quite por verónicas que tuvieron
asiento y gusto. El momento dramático llegó en el tercer par de banderillas que
el subalterno Antonio Jiménez «Lili” fue a colocar, corneando el de
Garcigrande al torero plateado, que fue trasladado rápidamente a la enfermería
de la plaza. No tenía repetición el toro, al que Morante inició trasteo en el
tercio con una tanda de derechazos que no caló en el tendido. Muy metido en la
faena, concentrado el torero, fue la que trazó José Antonio en los siguientes
minutos. Con las distancias acortadas, Morante fue sonsacando muletazos de
regusto, estética y muchísima enjundia para ir construyendo de la nada una obra
de arte de detalles aislados, con auténticos carteles de toros en el epílogo
muleteril. Escuchó un aviso mientras cuadraba al toro para montar la espada y
dejar una estocada atravesada.
«Ordenado”, de
Domingo Hernández, era un quinto montado y de vasta presencia. No tuvo buen son
de salida, algo que escenificó a lo largo de toda la lidia. Entró al quite
Talavante y Barroso dejó un grandioso tercio de varas. Dejó mucho que desear el
astado y la faena no tomó vuelo, siendo finalmente silenciado José María
Manzanares.
En el último toro de
la tarde Talavante tenía puestas todas sus esperanzas. Lo brindó al público y
comenzó pronto a torear con la mano derecha, pero tenía una embestida cansina,
sin personalidad, que tuvo que aguantarla Alejandro en los embroques. No logró
despuntar su tranco al natural, requiriendo el toro un toque más brusco que sus
hermanos. Embistió el torero, cruzándose de pitón a pitón y permaneciendo
siempre por encima del astado. Muy por encima del toro, aun sin música, anduvo
el extremeño, que entre afarolados y detalles torerísimos cuajó al de
Garcigrande. Por manoletinas terminó su faena, tragándole al toro y empleándose
hierático. Espada en mano, dejó un pinchazo hondo y, a la segunda, una estocada
arriba.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la
Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Domingo de Resurrección. Corrida de
toros.
Toros de Garcigrande y Domingo Hernández.
José Antonio «Morante de la Puebla”, silencio y división de opiniones tras tres avisos.
José María Manzanares, palmas y silencio.
Alejandro Talavante, oreja y ovación tras aviso.
FOTOGALERÍA:
ARJONA-PAGÉS