Muy cerca de la localidad cacereña de Coria se encuentran dos ganaderías con personalidad propia, dos vacadas con una apuesta decidida por el toro en toda su extensión de la palabra. Una de ellas de reciente creación, y otra ya con un bagaje de varios lustros como ganaderos de bravo. En el término municipal de Portaje se encuentran los berrendos de Jara del Retamar, una ganadería de sangre Martínez vía Hnos. Quintas. Muy cerquita de ella, José Cañada Ruiz, natural de Coria, ha empezado un proyecto ganadero con un lote de vacas de El Conde de la Corte, una vacada con el nombre de El Espinel.
Un proyecto que empieza de 0 pese a no ser este un ganadero de nuevo cuño. El año pasado cambió la ganadería al completo, eliminando los animales de procedencia Marqués de Domecq para adquirir ganado de esta célebre vacada pacense. “Eliminé todo lo procedente del Marqués, adquiriendo este mismo año 25 vacas y dos sementales puros de Conde de la Corte a la viuda de un ganadero cuya identidad prefiero mantener en el anonimato”.
«De aquí a dos o tres años saldrá alguna novillada»
Adquirió los animales de un ganadero de la zona fallecido hace cuatro años, el cual le había comprado ganado directamente a Guillermo López, actual ganadero y representante de la ganadería que pasta en la finca “Los Bolsicos” en Jerez de los Caballeros. Un proyecto que tiene pocos meses de vida, de ahí que su ganadero se tome esta nueva aventura con paciencia: “Aquí las prisas no son buenas, hay que ir paso a paso, de lo contrario nos podemos encontrar con una sorpresa desagradable. Mi intención es disfrutar de este nuevo proyecto sin renunciar a poder empezar a lidiar en un corto espacio de tiempo”.
José Cañada Ruiz es plenamente consciente de aquello que tiene en su casa, conoce la vida de ganadero, sabe que aquí nadie regala nada, por eso tiene que ir con pies de plomo. De momento la paridera está siendo tranquila, vislumbrándose para dentro de varios años un ilusionante camino: “De aquí a dos o tres años saldrá alguna novillada. Pero tampoco quiero correr, lo importante es el día a día, y eso te lo marca la prueba del tentadero, clave para testar esos animales que nacieron en casa”.
“Llevo treinta años de ganadero, pero no me puedo dedicar exclusivamente al bravo, sino que también tengo manso”, explica. Hoy en día esto se ha puesto muy complicado, pero el veneno que uno lleva dentro no te deja tirar la toalla: “Es oro puro lo que tengo ahora”, añadió para finalizar la entrevista.