De sangre se tiñó la tarde en sus albores y de sangre su final. Sangre de banderillero y sangre de matador. Sangre de toreros.
Vistalegre pudo ser llanto pero las manos de los médicos y el destino volvieron a hacer el milagro (escribo cuando operan a Pablo Aguado en la enfermería). Suma y sigue.
A Juan José Domínguez, siempre en las filas de Roca Rey, le prendió el toro por el pecho (el parte médico es tan espeluznante como el trance mismo de la cogida) a la entrada de un par de banderillas y, por un momento, recordé un poema de Ángel González: “Te quedaste dormido con los brazos alzados/ y un derrote de Dios te ha atravesado el pecho…/¡qué cornada, Dios mío/que cornada!”.
Pablo Aguado entró a matar en rectitud y despacio, tal cual torea. El pitón no siguió la muleta, se fue directo al muslo y, prendido de su astifina punta, giró el cuerpo del sevillano.
Habían pasado dos horas y media entre uno y otro trance y en ellas el toreo de pedernal, mando y ajuste infinito de Roca Rey, decíamos ayer…También un ramillete de verónicas de Pablo Aguado que fueron un sueño, una caricia, espuma del mar y varios muletazos en redondo y al natural que fueron eso, quintaesencia de naturalidad.
Roca Rey asienta las zapatillas en la arena, gobierna las embestidas, se las pasa por las femorales y la barriga, las recoge, las vacía… Hace unos años el magnífico escritor taurino José Suárez Inclán, escribió de una gran tarde isidril de El Juli en Madrid: “El Juli traza geodésicas”. Diría que Roca Rey también, además.
Pablo Aguado torea deslizando el cuerpo y la muleta. Ocurrió en el sexto – lo bueno se hace esperar- y fue una delicia, que- dicho queda- el trance final convirtió en dolor.
En uno de los palcos del callejón de Vistalegre, la señora Presidenta de la Comunidad de Madrid decía en los micrófonos de Canal Toros que Madrid tendrá feria en otoño, en Las Ventas.
Mientras llega (cuatro meses cuatro, aún) , la denostada Feria de San Isidro carabanchelera va dejando tardes de gran toreo y, también, de sangre derramada. Que sigan unas y cesen las otras.