Más que el resultado de la corrida, la foto de Bolívar, Cayetano y Roca Rey saliendo a hombros de la plaza fue la representación del triunfo total de Manizales, del hospitalito, de la afición, toreros, ganaderos, empresarios y, en definitiva, de una ciudad que vibra cada año alrededor de su feria.
La plaza fue una fiesta, lo viene siendo desde hace tiempo, cuando se guarda para el final de la feria la corrida de la ganadería de la casa con el cartel más esperado. Sin embargo, a pesar de que un triunfo de siete orejas, un indulto y dos toros de vuelta al ruedo sienta contundente, no tuvo ese halo de apoteosis que suele teñir el final de la feria manizalita. Faltó un punto (o varios) más de emoción y transmisión en los toros de Gutiérrez para que lo hecho por los toreros tuviera mayor rotundidad. Pero es verdad que los trofeos, al menos los de los toreros (ya hablaremos de los de los toros), resultaron justos.
Ni siquiera un especialista en estos toros cómo lo es Luís Bolívar, consiguió hacer embestir al primero, tan condicionado por su falta de raza. Ya costó trabajo sacarlo de las tablas para iniciar su labor de muleta y, sin molestarlo, le fue encelando con suave aplomo. Dos tandas ligadas a media altura con temple y ritmo fue lo único de lucimiento que pudo sacar Luis de tan poco fondo, pues tras ellas el toro volvió a refugiarse en los tableros para ya no volver a salir. El cuarto fue otra cosa, en el tipo de los que embisten en esta casa, con las manitos largas, engatilladito de pitones y bien hecho. Por eso Bolívar no dudó en cuidar y dosificar su notable falta de fondo para aprovechar la clase a media altura del toro. El pulso de Luis fue clave para no afligir nunca al toro, mientras se encajó para darle un empaque soberbio a cada muletazo. La pena es que el toro no pusiera más, porque la concepción del trasteo no pudo ser mejor. Generoso con el toro, como siempre. Tres derechazos al ralentí y un desgarrado pase de pecho quedaron como firma de una gran obra. Por eso ya era una exageración la tibia petición de indulto, como también lo fue la concedida vuelta al ruedo al toro, mientras que las dos orejas para Bolívar fueron mucho más que justas y merecidas, fueron obligadas.
Después fue la falta de celo la que impidió que viviéramos una fiesta en el segundo, pues tuvo clase y nobleza de sobra, pero sin celo ni transmisión es muy difícil llegar al tendido. Cayetano, que supo hilvanar una faena delicada, no obligó nunca, más por administrar al toro que por otra cosa, y por lo mismo, muchas veces el toro salía suelto a tablas, perdiendo el interés en la muleta, y el del público en la faena. Sin embargo, en medio de las series, cayeron muletazos lentos y cadenciosos, con el toro humillado, cómo dos circulares y un natural hondísimo, que quedaron como islas de gran calidad en medio de un océano sin vida. Suficientes para, tras la espada, valer el primer trofeo. Y la clase superior del quinto se vio desde que se abrió la puerta de chiqueros. Esta vez acompañada de transmisión, repetición, alegría y duración. Vamos, un dulce. Con él, Cayetano se entretuvo en una faena ligada y templada, con muletazos hondos y lentos, sobre todo por el pitón derecho. Y el toro a más, por eso el calor nunca decayó. Al contrario, una serie de rodillas levantó aún más el ánimo en los tendidos, por eso tras la estocada el doble trofeo era indiscutible, cómo la vuelta al ruedo al toro , esta vez merecida.
La bondad suprema del tercero se notó desde el galope sostenido en su salida en el capote de Roca Rey, que administró muy bien su fondo y puso la emoción que le faltaba al bien Gutiérrez. Sin someter al principio, consiguió muletazos delicados en las primeras series, para apretar el acelerador mediada la faena, cuando el toro ya estaba afianzando y metido en la muleta del peruano. Entonces cada muletazo fue más contundente, más mandón y soberbio. Hubo derechazos rotundos y ligados, igual que un par de naturales mayusculos. Incluso, una serie de luquesinas al final redondearon una faena sin fisuras, que contó con la colaboración de un gran toro, aunque nunca para el indulto que se otorgó con facilidad. Fue la obra de Roca la que le hizo ver mucho mejor. El sexto duró dos derechazos de los de verdad, antes mostró nobleza y fijeza, bastantes como para que Roca edificara una faena vibrante por su cercanía. Pero fue cuándo le exigió, en la cuarta serie, en dos o tres muletazos auroritarios por abajo largos y obligando al toro a embestir de verdad, donde la faena alcanzó su cénit y el toro entregó la cuchara. Afligido, no volvió a embestir igual, aunque Roca insistió con soberano poder. Además, falló el acero y esta vez no había treofeo, ni falta que hacía. La feria había terminado y lo había hecho en triunfo,
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 14 de enero de 2024. Plaza de toros de Manizales, Colombia. Séptima y última de abono. Casi lleno en tarde calurosa.
Seis toros de Ernesto Gutiérrez, desiguales en su correcta presencia. Desrazado el primero; sin celo el noble segundo; noble y muy bueno el tercero, «Emir», nº 498, negro, indultado exageradamente; al buen cuarto, sin transmisión, se le premió con la vuelta ruedo, «Sansilvestre», nº 189, negro; gran quinto, con fondo, raza y clase «Amadis», nº 102, negro, premiado con la vuelta al ruedo;; y noble y a menos. Pesos: 468, 444, 456, 478, 450 y 470 kilos. (446 y 484, reservas).
Luis Bolívar (sangre de toro y oro), ovación y dos orejas.
Cayetano (rosa y oro), oreja y dos orejas.
Roca Rey (rioja y azabache), dos orejas simbólicas y silencio.
Incidencias: Antes del paseíllo se rindió un homenaje a la ganadería de Ernesto Gutiérrez, por los 50 años del indulto, el primero del hierro local, de «Tornillo», por parte de Damaso González, en este ruedo. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo al maestro Fernando Botero, Nicolás Restrepo, director del diario La Patria, y Gabriel Harry, miembro de la junta directiva de Cormacarena. El picador Clovis Velázquez se retiró tras la lidia del tercero.
*TRIUNFADORES
Premio Catedral de Manizales y Voceador del diario La Patria a la mejor faena para Daniel Luque.
Mejor Estocada y Mejor Torero Joven, Juan de Castilla.
Mejor subalterno, Garrido del Puerto
Mejor novillero, Luis Miguel Ramírez
Mejor ganadería, Ernesto Gutiérrez
Mejor toro, desierto.
FOTOGALERÍA: DIEGO ALAIS