Los carteles de San Isidro verán la luz en una semana. La gala de presentación, ya tradicional en Madrid, que tiene desde el año pasado fecha puesta el 1 de febrero obliga a que las combinaciones propuestas por la empresa estén ya en manos del Centro de Asuntos Taurinos para el visto bueno de la Comunidad de Madrid. Y, aunque existe algún fleco suelto que se ha enquistado en las últimas horas, son los que están; aunque no estén todos los que son. Sería imposible.
Pero, en esta partida de ajedrez que han jugado los que tienen fuerza para jugar, los ha habido que han impuesto sus condiciones -caso de Andrés Roca Rey, que ha acabado con dos tardes muy rematadas y a un dinero tremendamente importante-, y los que han sacado tajada de las negociaciones que llevaban a cabo toreros con más fuerza. Y, es curioso, los más beneficiados han sido siempre apoderados indepencientes, que han jugado su partida de forma magistral para los intereses de sus toreros.
Las figuras no han tenido problema alguno. Unos, porque se han llevado lo que venían a buscar, caso de Morante, Manzanares, Castella, Perera, Tomás Rufo o Cayetano. Otros, como Talavante, porque su apoderado es uno de los empresarios y ha puesto a su disposición más de lo que cualquier aficionado esperaba. Por eso está cuatro tardes en el abono, con la esperanza que siempre tenemos los enamorados de su toreo: que vuelva su mejor versión ya.
Sin embargo, son los apoderados de los meritorios los que han tenido que buscar su espacio de la mejor forma posible para sus toreros, aprovechando los movimientos de otros, los perjuicios soportados otros años y los triunfos más recientes. Y aquí destaca un Julián Guerra que ha firmado tres tardes a su torero –Borja Jiménez– como tres fueron las orejas que cortó en su tarde de la Feria de Otoño. Y una de ellas, además, en un interesante mano a mano con Paco Ureña. Precisamente a Ureña lo apodera otro hombre de Salamanca que ha firmado una negociación impecable: Juan Diego.
El murciano estará tres tardes en el ciclo isidril con el consabido mano a mano, la tarde de El Parralejo en el día del Patrón, y la corrida In Memoriam, con un cartel de lujo, fuera de abono y con el encierro de Jandilla. Se acaba así una racha en la que el torero de Lorca no había sido de los más favorecidos por la empresa en Madrid, que sí ha contado esta vez en posición de privilegio. La misma que Diego Urdiales, cuyo mentor, Luis Miguel Villalpando, ha conseguido dotarlo de una borla de añejo culto para entrar en los carteles gourmets, labor muy de alabar en esto del toro.
Otro de los que mantiene su caché impoluto es Ginés Marín, a quien su nuevo apoderado, Carlos Zúñiga, lo ha colocado en dos corridas de nivel donde será el que soporte la curiosidad del aficionado de una plaza que ya lo ha visto salir dos veces en hombros, aunque pudieron ser más. También atravesó esa puerta en su momento el apoderado de Cayetano, a quien no esperaba casi nadie dos tardes -y tan buenas- en el abono. Y eso es obra de un Curro Vázquez ya avezado en estas lides, también independiente y conocedor de los entresijos de esta plaza y de esta empresa -con la que se presentó en 2017, después de ganar su primera gestión del coso-.
Otros no han tenido tanta suerte, a pesar de que Juan de Padua, o Jesús Salas, supieron desde el principio quiénes eran sus toreros –Gómez del Pilar y Juan de Castilla, respectivamente- y los colocaron con la inteligencia de conocer el hueco que habría. Sin embargo, choca mucho ver la colocación de diestros como Francisco de Manuel, Álvaro Alarcón -que tampoco entraba en ninguna quiniela-, o Fernando Robleño, que para abandonar su sambenito de las ‘duras’ tiene que ser fuera de feria, el 2 de mayo, y anunciarse con la de Escolar en San Isidro.