Muchas son las ganaderías que por distintos factores acaban vendiéndose y saliendo de esas familias que le dieron lustre. Algo similar pasa con fincas que en su día dieron cobijo a centenares de cabezas de ganado, esas que luego en el ruedo sacaron ese fondo de bravura y nobleza seleccionado años atrás en la prueba del tentadero. Este es el caso de la familia Buendía, estirpe ganadera sevillana que consiguió poner en lo más alto a una vacada con una personalidad fuera de toda duda.
En la carretera que conduce hacia Morón de la Frontera se encuentra una finca que supera las 1.000 hectáreas, un paisaje llano de la campiña sevillana que enhebra con el río Guadaíra. Allí llegaron a comienzo de los años 30 los animales que Juan Buendía y Felipe Bartolomé habían adquirido a El Conde de Santa Coloma, una vacada con dos líneas bien marcadas: Ibarra y Saltillo. Un proyecto que tomaría cuerpo cuando se hizo cargo Joaquín Buendía Peña, el cual conseguiría darle su sello, cosechando importantísimos éxitos a partir de la segunda mitad del siglo XX.
El 14 de mayo de 2004, a los 96 años de edad dijo adiós un ganadero que con su forma de ver el toro consiguió poner en todas las ferias a la divisa familiar, esa que años antes (1996) se había dividido entre sus 13 hijos, dando lugar a la creación de dos nuevos hierros: Bucaré y Rehuelga, esos a los que había que sumar el primigenio de Joaquín Buendía Peña. Unos años más tarde se decide poner a la venta la ganadería de Bucaré, adquiriendo prácticamente la totalidad de la vacada el espada madrileño Carlos Aragón Cancela, el cual únicamente cambió el nombre de la ganadería, pasando esta a llamarse Flor de Jara.
Casi 20 años después de la salida de los toritos cárdenos de pagos de Alcalá de Guadaira camino de Colmenar Viejo, y tras más de setenta años en sus manos de la familia Buendía, Bucaré pasaba a otras manos tras adquirirla Antonio Carrillo, empresario cordobés que tiempo atrás había comprado la totalidad de la vacada del Antonio Ferrera, hierro que dentro de sus procedencias tenía una rama con sangre Santa Coloma.
Ahora, tras la venta de Ferrera a Carrillo del ganado que pastará en Bucaré, se abre una nueva página para esta finca tan señera, un paraje único a pocos kilómetros de Sevilla donde volverán a verse pastar animales bravos de esta rama que tanto significó para el toreo y que hoy en día está representada por divisas como La Quinta, Rehuelga, Pallarés o Flor de Jara, esas a las que habría que sumarle otras como La Golosina, propiedad de Juan Bautista, Ana Romero, con toques también de Alipio Pérez-Tabernero, Joaquín Buendía Peña, con José Buendía del Cid a la cabeza del proyecto, Los Maños, Hernández Pla o Cuevas Bajas, vacada que ha devuelto la sangre Santa Coloma a la hacienda San José de Bucaré.