En plena Sierra de Madrid, en la localidad de Buitrago del Lozoya, se encuentra la ganadería de María Antonia de la Serna, un hierro con denominación de origen que desde hace algún tiempo abre las puertas de su casa para todo aquel que quiera conocer la vida del toro bravo. Se trata de una vacada con un tesoro genético que únicamente conocen aquellos muy versados en la materia, ese que sus ganaderos protegen como oro en paño.
Una vacada que tiene su origen allá los años 80 cuando llegan a esta coqueta finca madrileña 25 vacas y un semental de sangre Santa Coloma adquiridos al Marqués de Valdueza, un hierro formado en su día por vacas y sementales de Dionisio Rodríguez, con algún aporte de la rama Vega-Villar. Sin duda alguna, el toque de esa sangre (Vega-Villar) le ha dado una personalidad diferente a un hierro que sigue luchando por no quedar en el olvido.
Hierro que se sumó, junto a otros 13, a un proyecto que únicamente busca fomentar el acercamiento de los ciudadanos a algunas ganaderías de bravo de la región, potenciando así el sector taurino. Madrid Rutas del Toro, es una propuesta a través de la cual se pueden conocer las características del toro de lidia, su día a día, así como su alimentación y el manejo del mismo. En el marco de este proyecto, que ya lleva varios años en funcionamiento, la Comunidad de Madrid se ha marcado un objetivo de poner en contacto con el toro al máximo número de personas.
“Esto es un ejemplo de simbiosis, de lo que creemos nosotros, que es el medioambiente, la confluencia de la actividad humana, ganadera y ganadera con el medio” comentó en una nota de prensa Carlos Novillo, consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior de Madrid. “Gracias a estos ganaderos tenemos un ecosistema tan equilibrado como este (…) y un entorno natural privilegiado” volvió a recalcar.
“Ahora mismo tenemos en torno a 190 vacas madres, sabemos que un número muy importante de vacas, pero de momento no me planteo quitar vacas, no quiero malvenderlas” nos comentó en una reciente entrevista José Ignacio Llorens, marido de María Antonia de la Serna, un ganadero que sabe del tesoro que pasta en los cercados de ‘El Bosque’, finca donde pastan unos animales que tienen como destino tanto los festejos populares (toros) como aquellos que se dan en las plazas (erales y utreros).