Muchos son los matadores de toros -de todas las épocas- que decidieron invertir parte de sus ahorros en comprarse una finca, un sueño que siempre anhelaron desde su niñez. Una meta que consiguieron gracias a sus triunfos en los ruedos, esos que le llevaron a copar los puestos de mayor envergadura en el escalafón. Nombres de espadas como Joselito, Ortega Cano, Espartaco, El Capea, Paco Camino, El Viti, Talavante, El Juli o Enrique Ponce son algunos de los diestros que vieron cumplido ese sueño, ese que vino acompañado de la entrada de ganado bravo en las mismas.
El caso de Enrique Ponce es uno de los más conocidos, espada que ya desde novillero puso su nombre en el escaparate, convirtiéndose en figura del toreo poco tiempo después de su alternativa en Valencia. Un diestro que puso sus ojos en ‘Cetrina’ finca situada en Navas de San Juan. Allí, en 1997 levantó su actual casa junto a junto a otra que ya existía con anterioridad. 420 metros cuadrados de superficie repartidos en tres plantas, replicando la parte exterior de la misma a la arquitectura de un cortijo andaluz.
Una finca de más de 900 hectáreas que siempre ha tenido al toro bravo como eje, ese que con el paso del tiempo vería como el olivar iba ganando peso tras no ser explotado como debía años atrás. 53.000 olivos en una superficie de más de 400 hectáreas para un nuevo proyecto que hacen del aceite de la casa uno de los más valorados. Pero amén de toros y olivos, en esta casa se ha implementado un nuevo negocio que puede colocar a esta finca en lugar perfecto de cara al futuro.
Desde su retirada de los ruedos en 2021, el diestro valenciano ha estado dándole vueltas a la cabeza para sacarle un mayor rendimiento a la finca, y es ahí donde aparece la comercialización de la finca como espacio para bodas, un negocio en claro auge prácticamente en todas las provincias de nuestra piel de toro. Cortijos adaptados a celebraciones, algo descabellado hace años, pero que hoy en día está de máxima actualidad.
Un nuevo modo para sacarle rentabilidad a la propiedad del diestro levantino, como adelantaba Juanjo Sacristán en las páginas de La Razón. Además de una vivienda, también con posibilidad de alquilarse, la finca posee otros extras, una capilla para las celebraciones religiosas o grandes salones donde dar cabida a un número importante de invitados (600 como máximo), alquilándose por 5.000 euros por jornada. Un paso adelante dado por un Enrique Ponce que tiene fijada su residencia en la misma finca, lugar donde tiene todos los recuerdos de una carrera que este próximo mes de octubre dará por finalizada.
Ponce gestiona «Cetrina» a través de Cetrina SL, una sociedad que constituyó en febrero de 2008 y de la que también fue parte su ex mujer Paloma Cuevas, hasta que cesó en su cargo de apoderada de la sociedad en junio de 2021, se podía leer en el citado medio. Por lo tanto, esta finca situada en la provincia de Jaén toma un nuevo camino, ese donde se moverá como pez en el agua al ser esta finca todo un referente en la zona.