Hace unos meses llamó la atención una noticia publicada en prensa con el siguiente titular: “Nace un ternero con dos cabezas en la finca de un ganadero salmantino en la provincia de Cáceres”. A raíz de ese momento se formó un importante revuelo en redes sociales, lugar donde dicho ganadero había dado a conocer esta noticia horas antes. Se trataba, como no podía ser de otra forma, de una malformación congénita, y por lo tanto, suponía la muerte del animal.
Y decimos la muerte del animal porque es imposible que sobreviva más allá de unas horas. En este caso nació muerto al no poder salir por el canal del parto debido a la amplitud de sus dos cabezas. Un parto complicado al tratarse de una novilla, una vaca primeriza que gracias al trabajo, una vez más, de los hombres de campo consiguió salvar la vida, llegando a sacar al becerro amarrando a este con unas cuerdas para tirar del animal. “Como me dice el vaquero de allí: ‘creía que ya lo había visto todo’. Un becerro con dos cabezas, estaba vivo. Pero claro, no había manera de sacársela a la vaca (que encima era novilla)” publicaban en dicho medio tras transcribir las palabras del propio ganadero.
Raso de Portillo, Zalduendo y Partido de Resina, los hierros bravos en los que han nacido en las últimas décadas becerros con malformaciones congénitas
Según las fuentes consultadas por este medio, es complicado que esta anomalía aparezca con asiduidad en el ganado bovino, siendo más usual en el caprino o el ovino. Pero este caso no es único en el ganado manso, dándose hasta en tres ganaderías de bravo, según pudo saber este medio. Tres hierros de gran importancia en la cabaña brava española como el de Raso de Portillo, Zalduendo y Partido de Resina.
En ambos casos los animales nacieron con dos cabezas, cuatro ojos, dos bocas y dos orejas, pero quizás el de la vacada sevillana sea el más sorprendente. En esta ocasión entre la zona de las orejas y el cuello nacían una serie de dientes que conformaban una nueva dentadura, una anomalía muy extraña, más si cabe en estos casos. Una condición genética que se conoce como diprosopus o duplicación craneofacial, tratándose de una condición genética con bajas posibilidades de sobrevivir como ocurrió en estos casos puestos sobre la mesa.
Se trata de una anomalía genética congenital muy rara de ver. En ésta, el animal puede nacer con partes de su cara duplicadas o en un caso extremo, la cabeza. Una condición genética que suele combinarse con otros desórdenes como anencefalia, defecto en el tubo neural y malformaciones cardíacas. Dicha anomalía suele darse en vacadas con alto grado de consanguinidad, siendo la vacada de Partido de Resina una de las ganaderías más puras que hay en el campo bravo, y por ende, una de las divisas que no puede nutrirse de sangre de fuera al ser esta un encaste único.