José Manuel Caballero Bonald, premio Cervantes 2012 y uno de los grandes poetas españoles contemporáneos, ha fallecido a los 94 años de edad.
Caballero Bonald nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) el 11 de noviembre de 1926. Cursó estudios de Filosofía y Letras en las universidades de Madrid y Sevilla y después se trasladó a Colombia, para dar clases de Literatura Española, combinando su labor literaria con la docencia.
Perteneciente a la Generación del 50, como poeta se inicia en 1948 con ‘Poesía’ (1945-1948), a la que siguieron ‘Las adivinaciones’ (1952), ‘Memorias de poco tiempo’ (1954), ‘Ateneo’ (1956), ‘Las horas muertas’ (1959), ¡El papel del coro’ (1959) y ‘Pliegos de cordel’ (1963). En 1969 se publicó ‘Vivir para contarlo’, obra que recoge toda su poesía. En 1997 apareció una antología de sus poemas con el título ‘El imposible oficio de escribir. Antología’, y en 2002 una tercera recopilación.
Su inspiración taurina: así hablaba de su paisano Rafael de Paula
Rescatamos un fragmento de su obra en el que Caballero Bonald hablaba de su paisano, Rafael de Paula. Lo hacía así:
Había mucha gente -casi toda la plaza- que no sabía de qué iba la cosa o no quería saberlo. No es que yo frecuente mucho las plazas de toros, pero cada vez veo en ellas más gente así. Por supuesto que es la misma que se solaza con la ramplonería y la mecánica zafiedad de tantos valientes de turno; la misma que ni siquiera barrunta qué fascinantes ceremoniales pueden concurrir en el arte de Rafael de Paula. Esa multiplicación de injurias literalmente cerriles que le dedicaron, ¿a qué congénita cerrilidad obedece? ¿Cómo airear una irreprochable educación estética frente a tan mala educación pública? La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Hay que admitir, desde luego, que Paula da a veces la impresión de que está solo en medio del ruedo y que no le importa en absoluto saber nada de nadie, manteniendo con el toro una conversación absolutamente confidencial. Pero ésa es la cuestión. El comportamiento del toro impone entonces una u otra respuesta, deslumbradora o melancólica, según, de la que depende que el enigma del toreo se incline hacia el tedio o la maravilla.
Y así defendía la Fiesta
En unas declaraciones el pasado año al diario ABC, Caballero Bonald resaltaba lo siguiente en cuanto a la defensa de la tauromaquia se refiere: “Yo he sido aficionado a los toros y me fui distanciando porque había cosas en la Fiesta que ya me aburrían, pero la prohibición que se tramita ahora me parece descabellada; yo no creo que se deba prohibir nada. Soy de la opinión de que se permita que quien quiera ir a los toros, que vaya, con toda libertad, a disfrutar del espectáculo. Ésa es la ventaja: el que quiere va, y el que no se queda fuera”.