Un buen toro fue el Botinero que abrió plaza, con un ritmo bondadoso y mantenido que sirvió mucho para el triunfo. Humilló y colocó la cara en el primer tercio, y con un solo rejón le preservó Pablo la calidad. Mantuvo la entrega en banderillas y tuvo empleo para acudir a los embroques y fijeza para seguir el toreo de costado. Permaneció siempre encolado, incluso cuando el físico ya no se lo permitía y fue toro de triunfo.
Al segundo le costó un mundo seguir con ritmo a Ben Hur, le faltó celo y se quiso poner por delante, complicando la lidia. Embistió a arreones de manso, cambió el pitón para acometer, le faltó entrega y le sobró reserva, quedando muy aplomado en el final.
Con mucho brío y codicia salió el Olvidado quinto, que también fue cogiendo el ritmo a medida que le aplicaba Galán el temple. Le costó arrancarse, aunque luego persiguió las monturas con más inercia que fijeza. Terminó aplomándose al final del tercio de banderillas, tal vez acusando el peso, pero fue un toro con calidad y nobleza al que le faltó una pizca de fuelle tras entregarse en la lidia. Se echó antes del rejonazo final, desluciendo la actuación del caballero manchego.