Daban las 18:15 cuando Sevilla se sumía en un auténtico aguacero. El mismo que ha dejado la gloria de su Semana Santa huérfana de la plenitud de sus pasos en la calle. Salía Morante al embarrizado albero maestrante hundiéndose, mas queriendo torear. Por eso mandó a los areneros apresurarse en arreglar lo que el tiempo había desecho… y veinte minutos después, estaba haciendo el paseíllo.
La tarde, que se sumió en un letargo de una corrida que apuntó cosas muy buenas y no disparó con rotundidad, avanzaba con Morante como reclamo y terminó con las orejas de Castella y Roca Rey como justificación al día grande del toreo por primavera. Que no pasó de plomizo salvo la obra de Andrés a un tercero al que provocó para sellar una obra firme.
Tras devolverse el tercero titular, sacó Andrés la escopeta del ralentí y llevó embebido el trazo con el sobrero, dejando la clase que antes no había asomado de esa forma por el Baratillo y ralentizando al máximo su trazo. Fue una obra de toque sutil, de cambios de mano de cadencia suprema, de proposición de gobierno y de resolución ante la nobleza de un toro del que había que tirar hacia adelante. Y lo hizo Roca Rey. La estocada, hasta las cintas, puso el premio en su mano, el de más peso de toda una tarde que el peruano no pudo redondear ante un sexto sin vida, pero ante el que aposto con máxima verdad.
Antes, un quite de Castella a revoluciones acelerada al segundo no fue el aperitivo perfecto para lo que vendría con un toro de corta pero explosiva embestida, cada vez más reponedor. No terminó de transmitir en la primera parte de la obra, pero de repente vio la luz en el ecuador Sebastián. No fue pulcra, mas sí efectiva la obra, en la que apostó el francés. Lo mejor, los naturales de frente al final. Oreja.
Imposible quererla más por abajo que la quería la tela el quinto, al que Castella decidió ofrecerle la verónica intercalada con airosas chicuelinas. Magistral José Chacón… pero acabó desfondado el animal, con el que Castella apostó sin fruto.
Y todo en medio de una tarde en la que había empezado con el altón primero, más de Madrid qué de una Resurrección sevillana, con el que quiso Morante morirse a la verónica y el toro requería del dominio en la distancia corta que le dio Curro Javier capa en mano. Incluso en el recorte que José Antonio le dio se puso. Y con el medio tranco que tenía fue dejando versos sueltos dentro de un poema irregular.
Luego, al cuarto, tres verónicas de alheli regaló José Antonio. Y en los ayudados de inicio de obra preludiaron un soberbio natural… hasta que el toro se vino a menos. Pero el toro soso, sin viaje, sin motor, no permitió una obra al alza. Porque tuvo que jugar con una media altura no cantada. Y ahí se diluyó todo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera de abono. Domingo de Resurrección. No hay billetes.
Toros de García Jiménez. Con nobleza pero medido de fuerzas el sosito primero, Con carácter y exigencia un segundo con buen fondo ,con fijeza y prontitud el enclasado tercero bis, sin raza ni fondo, el desfondado cuarto, carente de entrega un quinto sin vida y deslucido y a menos el sexto.
Morante de la Puebla, silencio y silencio
Sebastián Castella, oreja y silencio
Roca Rey, oreja y palmas
Incidencias: Saludaron Curro Javier y Alberto Zayas en el primero de la tarde , Saludaron Joao Ferreira y Alberto Zayas en el cuarto , saludó montera en mano José Chacón en el quinto, de buena expresión el vacío y manso sexto.