Si hay un apoderado reconocido por toreros, crítica, empresarios y aficionados, ese es el matador de toros José Antonio Campuzano, un espada que ha vivido toda su vida junto al toro bravo, un animal por el que incluso dio la vida. Se trata de un torero que ha conseguido hitos muy importantes en su carrera, esa que ha defendido a capa y espada cada tarde que se enfundaba el traje de luces.
Casi 30 años se llevó en los ruedos un espada que desde 1998 se dedica plenamente al apoderamiento. El de Écija siempre ha tenido claro cuál era el camino que debía tomar, de ahí los sonados triunfos que tuvo en el ruedo y el buen ojo a la hora de encontrar diamantes en bruto. Primero fue Sebastián Castella, torero al que apoderó durante 10 años, luego vino Andrés Roca Rey, joven espada al que apoyó desde que era un niño, y ahora Lalo de María, novillero francés con un ilusionante futuro por delante y que se doctorará en la próxima Feria de la Vendimia de Nimes.
Se trata de un novillero al que unió su carrera en noviembre de 2021 tras finalizar en 2019 su vinculación con el peruano. Tres espadas a los que José Antonio conoció con corta edad y por los que apostó sin fisuras. Pero ahí no se acaban los espadas que unieron sus carreras a las del astigitano. Campuzano también fue descubridor y forjador de otros diestros como Iván García, Ángel Teruel, Alberto Aguilar o Paco Ureña, una serie de matadores con un corte muy personal del toreo.
“Para un torero que empieza es fundamental encontrar una persona que se dedique a él las 24 horas al día para ayudarle a llegar a figura del toreo” comentó en su día el hispalense. Nacido en Montpellier el 7 de abril del 2002, Lalo de María representa una nueva ilusión para un Campuzano que sigue luchando por sacar toreros y ponerlos en el camino. Este joven de 21 años, a punto de cumplir los 22, tiene por delante dos citas claves en Madrid y Nimes los días 19 y 28 de mayo para dar un golpe en la mesa y sentar las bases de un ambicioso objetivo, su alternativa en un cartel de postín en su amada Francia, país donde Sebastián Castella y Roca Rey se hicieron matadores de toros.
José Antonio Campuzano, una carrera a la altura de su figura
Hablar de la figura de José Antonio Campuzano es hacerlo de un espada que se batió el cobre con los hierros más duros de la época. Un espada nacido en Écija el 30 de enero de 1954, al cual junto a su hermano Manuel estuvieron presentes en las ferias de mayor postín de Europa y América durante los años que estuvieron en activo. Se vistió por vez primera de luces en Ronda (Málaga) el 15 de julio de 1971, debutando con caballos el 30 de septiembre de 1971 en la localidad sevillana de Gerena.
Tras triunfar como novillero en cosos como Valencia y Sevilla, este tomaría la alternativa el 29 de abril de 1973 en la Real Maestranza de Sevilla, actuando como padrino Luis Miguel Dominguín y como testigo Francisco Rivera ‘Paquirri’. Una tarde muy importante para un espada que pasearía una oreja de un astado de Carlos Núñez, Sería unos meses después cuando nuevamente Luis Miguel Dominguín le confirmaría su alternativa en Madrid, siendo en esta ocasión Santiago Martín «El Viti» el testigo de dicha conformación.
Uno de sus hitos más relevantes llegaría en la temporada del 76, año donde saldría en hombros en la Feria de San Miguel de Sevilla tras pasear dos orejas, repitiéndose la hazaña un año más tarde en dicha plaza. Ya metidos en los años 80 volvería a saborear las mieles del triunfo tras pasear tres orejas a la corrida de toros de Guardiola. Una Puerta del Príncipe que le proclamó como triunfador de esa Feria de 82, una de las más importantes de su carrera.
Pero llegaría la recordada temporada de 1987, un año donde el sevillano logró cortar nada más y nada menos que cinco orejas en el coso del Baratillo, saliendo este dos veces por la Puerta Grande, triunfo que confirmaría en San Isidro al ser declarado triunfador de la misma tras pasear las dos orejas de un astado de Victorino Martín en una temporada donde triunfaría prácticamente todas las tardes que actuó, siendo Francia uno de sus bastiones.
Su adiós se confirmaría allá por el año 1996, volviendo en el año 2000 para actuar en plazas como Sevilla o Madrid, amén de una América que siempre lo respetó como torero, siendo la plaza de toros venezolana de Maracay la última que le vio vestido de luces en una tarde muy espacial para la familia Campuzano.