Miguel Ángel Perera alcanzó este miércoles en La Maestranza la soñada Puerta del Príncipe en el 20 aniversario de su alternativa. Así os ha narrado Pablo López Riobo las dos faenas del extremeño:
La gente venía con ganas de ver la corrida de hoy por la ganadería y los toreros anunciados. En primer lugar salió un animal fino de cabos de El Parralejo, un toro que no se entregó de salida en un recibo capotero donde Perera vio como el animal apretaba hacia tablas. El extremeño dio indicaciones de cuidar al toro para que así llegara enterito a la faena de muleta. Ahí se la presentó Miguel Ángel desde la media distancia con el toro arrancándose de lejos con emoción. Perera buscó domeñar las geniudas embestidas de un animal que tuvo transmisión, pero al que le faltó mayor clase. Acertó en dejársela en la cara, empaparlo de muleta y tirar del animal en una faena mecánica por momentos. Anduvo firme y asentado de plantas ante un ejemplar que tendía a embestir soltando la cara. Por el izquierdo sí tuvo mejor condición yéndose largo cuando el pacense consiguió templarlo, algo nada fácil por la volcánica embestida del toro y el molesto viento. Digna actuación de un espada que domeñó por momentos una embestida cambiante y nada fácil de un astado que llegó enterito a la muleta. Faltó mayor pulso a una labor que sí tuvo emoción. El arrimón final con el toro rozándole y una estocada casi entera pusieron en su mano la primera oreja de la tarde.
Y Miguel Ángel Perera se ganó la Puerta del Príncipe tras desorejar al un gran cuarto de El Parralejo de nombre ‘Oloroso’ premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, un ejemplar que cumplió en el caballo y al que Perera exprimió en una faena fundamentada en la mano derecha. Se puso el extremeño rodilla en tierra para cambiarse por la espalda al castaño de El Parralejo en una primera serie al ralentí. El animal buscó los vuelos con codicia y Perera embarcó su franca embestida hasta el final. Le cogió rápidamente la distancia y el ritmo para pasearlo en series derechistas, bajando cada vez más la mano. Pese a la bondad y nobleza del animal, este se desordenaba si no iba exigido, protestando cuando el extremeño dejó de someter para acompañar. A zurdas tendió a venir haciendo hilo y con la cara a media altura faltándole a este ese final del muletazo que sí tuvo a diestras. El extremeño tenía a la plaza metida en el bolsillo y al toro rendido a sus pies. Su final de faena con el toro imantado en la pañosa y su ajustado final muleta a la espalda pusieron en pie a una plaza que pidió tímidamente el indulto. La estocada puso en sus manos el doble trofeo de un ejemplar premiado con la vuelta al ruedo.