EN EL RECUERDO

Cornadas de entrega


miércoles 20 mayo, 2015

Hoy se cumple justo un año de la dramática tarde en la que el dolor suspendió una corrida ya para la historia. Aquel día, nuestro director Marco A. Hierro escribió una crónica repleta de sensibilidad

Cornadas de entrega

Hoy se cumple justo un año de la dramática tarde en la que el dolor suspendió una corrida  ya para la historia. Aquel día, nuestro director Marco A. Hierro escribió una crónica repleta de sensibilidad. Aquí la reproducimos: 

En tardes como esta, cuando tres tíos se van al hule a penas arrastrado el segundo toro, cuando hay un charco de sangre en la arena de Las Ventas de un hombre con la femoral partida y cuando sobrevuela el tendido la sobrecogedora presencia de la tragedia, es cuando nos damos cuenta de la grandeza extraña y casi tragicómica de esta fiesta. Un espectáculo de contrastes donde suena el pasodoble mientras los hombres de las tres cuadrillas abandonan el ruedo camino de la enfermería, con el festejo suspendido por la sangre derramada.

Hoy se encogieron los vientres, se colapsaron las almas y se disparó el latir de los corazones cuando tres tíos apostaban la vida en la arena una tarde de San Isidro. Lo hacían porque Madrid pesa para quien tiene ambición, arrestos y capacidad para salir a vencer o morir sin que aquello parezca un cliché. Como ese David Mora que atravesaba el ruedo, capote a la rastra, sin saber que no le pegaría ni un capotazo al toro de El Ventorrillo que esperaba en chiqueros. No lo sabía, pero contaba con ello. Podía pasar que saliera distraido, se le arrancase como un tren y le embistiese con los pechos para llevarse por delante el de Mora. Una vez en el suelo, con el capote sobre su cuerpo, Mora ya no se escapaba.

Pero fue dramático ver a David cual trapo, levantado, volteado, corneado y arrastrado más tarde por el animal que lo cogió a placer. De poco sirvieron capotes, gritos y hasta el gesto de Nazaré de tirarse con el cuerpo a la misma cara para que soltase el bicho a su presa. El tremendo reguero anunciaba a la concurrencia la gravedad del percance. Era el primero. Mora se iba al hule con la femoral partida por irse al altar de los sustos, a demostrar de rodillas que uno no viene a Las Ventas a pasar la tarde. Al hule por ser un tío.

En improvisado mano a mano quedaba el festejo entre Nazaré y Fortes. Ya anunció éste último que no venía de paseo en las chicuelinas de infarto con las que quitó a ese toro. Pocos se percataron de la importancia de la apuesta porque se adueñó del ambiente el fantasma del drama. Y ese espectro fue más importante para el alma del tendido que un asentado y macizo Nazaré imponiéndose al de El Ventorrillo hasta que menguó una cuarta. Se la echó por abajo, poderosa, pesada y gobernadora para que la tomase el animal sin un pijo de gracia. Por eso, y porque se esperaban las noticias de la enfermería en los móviles propios y de los vecinos, terminó Antonio en silencio.

Él fue el segundo en caer. Fue en el quite por chicuelinas que le recetó al serio segundo de Los Chospes. Alto, montado, con la trana acusada y el cuello larguísimo, la badana de reviejo, las dos puntas vivas acusando a los valientes y sus casi seis años en lo alto de la albarda. Por dentro derivaba siempre la humillación hasta buscar los tobillos, y encontró los de Antonio para voltearlo con saña y buscarlo luego en el suelo. La cojera del sevillano anunciaba que había lío en su pierna izquierda, aunque no el calibre de la lesión. Se retiró por su pie cuando ya estaba Fortes con la muleta en la mano, y su cara anunciaba los temores de todos.

Aún no había llegado Antonio a la puerta del sanatorio cuando se trastabillaba Fortes ante la cara, medía la arena sin que nadie mediase y aprovechaba el fino salpicao para asestarle en el suelo la primera cornada. Indefenso primero el malagueño, desmadejado después por la violenta saña del animal en sus muslos. Ya iba atravesado Saúl de parte a parte, pero se levantó con hombría para acabar la faena. No mudó la cara ni la color. Volvió a lanzarle trapo al bicharraco para soportarle a pie firme las vencidas, las coladas, las pasadas inciertas y la aviesa intención. Se volcó en la cara para reventar al marrajo que le había levantado hasta tres veces los pies del suelo, y esa fue la cuarta, con el pitón haciendo carne de nuevo en el maltrecho cuerpo de Saúl.

Saludó el malagueño una ovación, la última de la tarde, mientras agradecía, con el cuerpo hecho girones, el reconocimiento del tendido, del sobrecogido tendido, por la verdad de esta tarde. Esta tarde donde nadie parpadeó cuando comprobó la sincera entrega de tres tíos para los que todo esto entraba en los cálculos.

Dentro de un rato, recuperados de la impresión, los medios recordaremos aquella tarde de 1979 cuando ocurrió lo mismo en Las Ventas con Paco Alcalde, Ortega Cano y Niño de Aranjuez. Volveremos mañana a restar valor al que se pone delante, pero hoy, con toda la cruda sinceridad que encierra este espectáculo, tres tíos nos recordaron que la muerte también está invitada a esta fiesta.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, duodécima de abono. Tres cuartos de entrada en tarde nublada y fresca. Un toro de El Ventorrillo (primero, humillador sin entrega ni gracia) y uno de Los Chospes(segundo, complicado, exigente y desarrollando peligro)

David Mora (marino y oro): herido.

Antonio Nazaré (lila y oro): silencio y herido en el quite al segundo.

Saúl Jiménez Fortes (grana y oro): silencio y herido.

INCIDENCIAS

A la muerte del segundo se suspendió la corrida, por permanecer convalecientes los tres matadores en la enfermería de la Plaza.

Parte médico de David Mora: «Dos heridas por asta de toro. Una en el tercio medio cara anterior de muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 30 centímetros que produce arrancamiento de la vena femoral y colaterales con destrozos en el músculo cuádriceps. Contusión de la arteria femoral superficial. Otra en la axila izquierda, con una trayectoria ascendente de 10 centímetros que contusiona el paquete vásculonervioso y alcanza el húmero. Contusiones y erosiones múltiples. Se transfunden dos unidades de concentrado de hematíes y gelafundina. Se exploran pulsos distales siendo éstos normales. A cargo de La Fraternidad, se traslada a la UCI del hospital Vírgen del Mar. Pronóstico muy grave». Doctor García Padrós.

Parte médico de Antonio Nazaré: Traumatismo en la rodilla derecha con probable lesión de ligamentos. Se traslada al hospital para estudio radiológico. Pronóstico reservado que le impide continuar la lidia. Doctor García Padrós.

Parte médico de Jiménez Fortes: Dos heridas por asta de toro, una en cara externa del tercio superior del muslo derecho con dos trayectorias, la primera hacia arriba y adentro de 10 cms que alcanza el fémur. La otra de 10 cms hacia abajo que causa destrozos en el músculo vasto externo. La otra cornada, de 10 cms alcanza la pala iliaca. Pronostico menos grave, que le impide continuar la lidia. Doctor García Padrós.