Emilio de Justo recibió una tremenda voltereta por el quinto esta tarde en Madrid, un animal muy encastado que lo prendió en el ecuador de la obra. Así hemos narrado lo ocurrido:
“Periquito” se llamaba el quinto, número 50, de 543 kilos, toro con mucha plaza y que embestía con temperamento al capote de Emilio de Justo tanto de salida como en la lidia en el caballo. Expuso mucho Morenito de Arles en banderillas, ante la efectiva lidia de Abraham Neiro. Fue otro toro con peligro sordo, para imponerse mucho a él y para estar con suprema firmeza, como así anduvo Emilio de Justo; en cuanto vio al torero, el cárdeno hizo por él, cogiéndolo con saña en un momento de mucha angustia. Por fortuna, no tuvo consecuencias aparentes, y siguió en la cara del toro en una obra de entrega y compromiso. Los naturales de final de obra fueron los más emotivos y caros de toda la faena. El desdén, una delicia. Y siguió entregándose a un toro agresivo y exigente, con emoción, pero peligroso a la vez. Valeroso el extremeño, que acabó con el funo de una estocada trasera y tendida, lo que hizo que tuviese tardío efecto, y el fallo con el descabello en cuatro ocasiones le quitó un premio grande. Vuelta al ruedo tras dos avisos.