EDITORIAL

De Carmena a Mónica García: esto sí es fascismo


martes 27 abril, 2021

Que nadie piense que sólo Podemos es la gran amenaza al toreo en la Comunidad: Más Madrid, el partido que tuvo a Carmena de alcaldesa, en cuanto ha podido, ha sido un látigo de fuego contra la Fiesta.

Que nadie piense que sólo Podemos es la gran amenaza al toreo en la Comunidad: Más Madrid, el partido que tuvo a Carmena de alcaldesa, en cuanto ha podido, ha sido un látigo de fuego contra la Fiesta.

Fascismo. Con qué volatilidad se usa una palabra que debería estar prohibida, como ellos quieren que también estén los toros. Porque el ataque sibilino pero frontal y desabrido contra la tauromaquia que se empeñan en proferir los antiguos podemitas de Más Madrid es incluso más truculento que el de sus hermanos mayores -que han llegado al Gobierno-, porque éstos de Errejón todavía tienen que cambiar el pantalón corto por el largo. Y les queda. Porque, en su favor, hay que decir que no tienen tantas condenas efectivas como los otros, aunque también defiendan el «ecofeminismo» y el veganismo y vayan de pedagogos por la vida pero pisando cabezas y crujiendo cuello para llegar a la carrera por el Gobierno de la Comunidad y que ésto les permita cobrar de nuestros impuestos para decirnos a qué se debe dedicar nuestro dinero. Y, ya puestos, qué debemos pensar de que lo hagan, no vayamos a sacar una actitud crítica y pensar por nosotros mismos. Qué desfachatez, en pleno siglo XXI…

A una semana de las elecciones, y con Mónica García como candidata, este partido -como buen hacedor del fascismo, que es el totalitarismo que su prohibicionismo profesa- sólo ha mostrado la punta del iceberg de una historia que comienza en 2015, cuando Carmena gana las elecciones. Ella entonces era la primera edil madrileña gracias a un enjuague político -que no por ser legal deja de ser rastrero- y estaba decidida a «cumplir el programa que habían votado los madrileños». El problema es que la mayoría de los madrileños votaron un programa distinto de aquel. Pero había un problema aún mayor, y es que la «abuelita» de todos representaba una apariencia mucho más suave y sosegada que la recua de Pablín -el ahora indignadito-, más proclive al discurso del buenismo, y eso el PP lo compraba. De hecho, aún lo sigue comprando un Pablo Casado del que nadie -ni siquiera él- tiene claro cuál es su estrategia.

Cuando Carmena se carga la Escuela Taurina del Batán -que había creado un Tierno Galván tan de izquierdas o más que los que ahora se proclaman- y la Comunidad de Madrid asume poco después la gestión, hasta ese momento la Escuela Taurina de Madrid no recibe subvención porque sí, sino que la inversión que recibe procede del canon que entonces pagaba Taurodelta a la Comunidad y ésta, al propio Consistorio para invertir en concepto de «tauromaquia”. Y no son números baladíes los que recibían las arcas públicas madrileñas por año procedente del toreo: 3,25 soltaba Taurodelta en su primera época y 2,8 millones de euros de la actual empresa gestora de Las Ventas, lo que suman más de 50 millones de euros en los últimos tres lustros. El dinero salía del propio toreo, no de lo público. Y Más Madrid se lo cepilló. Como se cepilló sin más el Premio Nacional de Tauromaquia que le concedieron a la Escuela Taurina que debía regentar, 30,000 lereles que jamás llegaron a donde iban destinados. Redistribución de la riqueza le llaman. ¿Se puede ser más cínico…?
 

Ahora, a una semana del 4M, hace gracia que este partido, antitaurino por la gracia de su prohibicionismo, tilde de fascismo cualquier ideología que se oponga a la suya. Porque cuando la lobotomía podemita te alcanza (sí, lo son, con mejor cara que la morada, pero lo son), es difícil entender cualquier argumento que no se adapte a su credo, anticlerical sólo si es el cristianismo el que está enfrente. En Más Madrid, defensores del intervencionismo del Estado, pero absolutamente opuestos a los símbolos del mismo Estado, se empeñan en que los demás vean el mundo con los ojos que a ellos les han prestado. Y si tiene que ser por la fuerza y a base de escraches y mucho ruido y agresiones, será. Pero se arrogan una suerte de aristocracia moral, defendida con esputos entre los espumarajos que se les adivinan en la boca, que no permite al otro gozar de la libertad que dicen promulgar. Así son: cachorros del Macho Alfa con el que ahora compiten, ideólogo de esta secta que amenaza la estabilidad del país y del toreo. 

Y por este camino de baldosas amarillas… Perdón, que verdes las han segao. Por ese camino de baldosas verdes incluso llegaba el pasado mes de enero doña Amanda Romero a refutar los argumentos de la información de Cultoro en la que se decía que la concejal de Más Madrid preguntaba el gasto del Ayuntamiento en la Escuela de Tauromaquia pero se olvidaba de comentar los ingresos del toro en las arcas y de dónde salía el dinero para financiar tal medida. Todo ello, claro, sintiéndose poderosa y asistida por la razón con un montón de números para que pareciese que sus argumentos quedaban respaldados. Porque parece que ninguno de sus votantes se hace la pregunta clave para no creerse sus promesas: ¿de dónde va a salir la pasta para lograr lo que prometen? Han acertado: de su bolsillo de usté.

De Carmena a Mónica García: esto sí es fascismo…