Nek Romero, Tomás Bastos y Martín Morilla hacían el paseíllo, este jueves, en una nueva novillada de abono en Sevilla. Se lidiaban novillos de Chamaco.
Nek Romero cincela una breve, pero muy torera faena al natural al primero
Tuvo nobleza el primero de la tarde, un astado de Chamaco con cierto temple, pero al que le faltó humillación en el saludo capotero del valenciano. Se dejó pegar en varas para llegar a la muleta evidenciando que no iba a estar sobrado de raza. Ya en la muleta Nek Romero acertó en no apretarle desde el inicio con ayudaos por alto sacándose al astado hacia el tercio. Tras una tanda donde se mantuvo firme ante pasadora embestida del de Chamaco se echó la muleta a la zurda para dejar dos series de gran cadencia. Enterró las zapatillas en la arena, dejó volar la muleta para torear con la cintura. Rápidamente le cogió la velocidad a un astado que por el izquierdo tenía cierta clase pese a no humillar en exceso. Se gustó y gustó el valenciano en un trasteo breve pero muy torero. Cayó de pie Nek en Sevilla gracias a una faena de pura caricia, esa donde a base de cabeza, temple y buena colocación cinceló una docena de naturales de un gusto exquisito mientras sonaba “Juncal”. Bajó a derechas un trasteo que emborronó con los aceros saludando finalmente una ovación desde el tercio.
Bastos aprovecha las desiguales embestidas de un segundo con el que da la vuelta al ruedo
Suelto salió el segundo de la tarde, novillo bajo de agujas y con cuello que embistió con nobleza a al capote del novillero portugués. Fue a buscarlo Bastos al centro del platillo para dejar un recibo algo atropellado, pero donde pudo gustarse en un par de verónicas. Costó fijarlo en los capotes, al igual que llevarlo a un jaco donde empujó de forma desigual. Anduvo fácil y resolutivo con los palitroques Bastos ante un ejemplar que ya marcaba su tendencia a querer irse hacia la zona de chiqueros. Consciente de lo poco que podía durar el animal, cinceló las dos primeras series a media altura ante un astado que hizo en la muleta aquello que ya había cantado en el caballo. Conforme fue perdiendo celo sus embestidas fueron a la defensiva, entrando andandito y con la cara a media altura. Bastos fue todo disposición ante un utrero que acabaría rajado. Tras pasaportar al de Chamaco de una estocada entera de rápido efecto se le pidió la oreja, dando finalmente una vuelta al ruedo al no existir mayoría de pañuelos en los tendidos.
Morilla no pasa de correcto con el descastado tercero
Tampoco se entregó de salida el que hizo tercero, un astado berreón que se dejó pegar en ambas entradas al caballo. Tampoco en la muleta el animal cambió su tendencia a venirse en línea recta y con la cara a media altura, no dejando a Morilla poder correr la mano con suavidad y llevarlo hasta el final. Una labor tesonera que no tuvo continuidad debido a la condición de un animal que nunca quiso entregarse. A natural tenía mejor embroque, pero acababa saliendo con la cara por las nubes. Tras una estocada casi entera y varios golpes de verduguillo, acabaría saludando una ovación desde el tercio tras una labor tan correcta como desigual.
La falta de entrega del cuarto condiciona el solvente trasteo del valenciano
Se fue Nek Romero a la puerta de chiqueros para recibir al cuarto del festejo, un animal fino de cabos y con la cara colocada que se vino cruzado nada más salir por el portón de los sustos. Tras zafarse del astado soltando el capote -para no ser arrollardo- se puso en pie para cincelar un recibo a la verónica con mayor intención que lucimiento. Tuvo cierta movilidad un animal al que le faltó emoción y entrega, pese a ello el valenciano anduvo despejado de mente para hacérselo todo a favor de obra. A zurdas se coló en el primer natural de una serie donde volvería a acertar en terrenos y alturas para limpiar el muletazo de un ejemplar berreón y que tendía a puntear los engaños. Aguantó parones y miradas del de Chamaco dentro de un trasteo solvente y sin fisuras en el que estuvo muy por encima de un oponente que nunca quiso entregarse. Tras una estocada tendida y atravesada que escupió el animal y una casi entera fue silenciado tras sonar un aviso.
Bastos por encima de un quinto que pesó una enormidad en los trastos
No fue el quinto un animal que se entregara en los primeros tercios, todo lo contrario, este fue un ejemplar de embestida a media altura en el capote y geniuda en el jaco al empujar haciendo sonar el estribo con un único pitón. Desigual resultó un tercio de banderillas donde no acabó de cogerle la velocidad al animal. De cambiante embestida fue este quinto en los trastos, un utrero con chispa que pidió siempre firmeza de plantas y la muleta puesta, pero que nunca fue de verdad detrás de los vuelos. Bastos anduvo inteligente con él al darle su distancia y tratar de llevarlo enganchado. El de Chamaco se desordenaba si tocaba los chismes, tendiendo a soltar algo la cara al final del muletazo. Al natural le aguantó embestidas muy por dentro, abriéndole siempre el muletazo para que el ejemplar onubense no se ciñera a su taleguilla. Anduvo fresco de mente para ir poco a poco dándole aquello que pedía un ejemplar que pesó una enormidad en los trastos y con el que nunca podías confiarte. Tras una estocada casi entera y algo tendida saludó una ovación desde el tercio.
Morilla pasea la oreja del sexto tras un trasteo limpio y cadencioso al natural
Correoso de salida fue el sexto, un novillo que apretó en el capote de un Morilla que acertó en perderle pasos para poder soltar brazos. Con más genio que bravura peleó en el jaco en un tercio de varas donde se dejó algo enterito al de Chamaco. No se lo pensó dos veces el sevillano y tras brindar a su apoderado -Jesulin de Ubrique- le puso la muleta en la cara al animal para dejar una serie que llegó una enormidad a los tendidos. Al natutal hizo rugir nuevamente la Maestranza con tres naturales donde templó la embestida de un animalque la tomó con ritmo pese a querer irse. Asentado e inteligente, fue poco a poco sacando lo que llevaba un animal con nobleza y cierta calidad, pero al límite de la raza. Hundió las zapatillas en el albero para volver a soltar muñecas y dejar que el novillo se deslizase tras la pañosa. Todo lo hizo muy de verdad, anduvo inteligente jugando con los terrenos y las alturas para ir exigiendo o aliviando al animal según este lo pidiera. Labor medida, pero intensa que sería premiada con una oreja pese a dejar un pinchazo hondo al primer intento.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Novillada con picadores de abono. Más de media plaza.
Novillos de Chamaco, con cierta nobleza el mironcete y pasador primero; de mansita condición el desigual segundo de deslucida embestida un tercero que nunca quiso entregarse; de díscola y compleja embestida un cuarto sin entrega; de exigente y desigual embestida un quinto con aristas; con buen ritmo a zurdas un sexto medido en su raza.
Nek Romero, ovación tras aviso y silencio tras aviso.
Tomás Bastos, vuelta y ovación.
Martín Morilla, ovación y oreja.
FOTOGALERÍA: ARJONA PAGÉS