Con todo el dolor de mi corazón, quiero comunicar que en la profesión que he amado, amo y amaré, ya no puedo continuar porque, al igual que otros muchos compañeros, que siguen luchando y resistiendo ante los difíciles momentos que vivimos, debo priorizar a mi familia, pues es a la que me debo y la que ha estado siempre a mi lado.
Quisiera agradecer al aficionado el lugar, respeto y cariño con el que me ha tratado, siendo el verdadero reconocimiento que he sentido a lo largo de todos mis años de carrera, gracias a todos, y, especialmente, al público de Madrid, quienes me han hecho ser exigente conmigo mismo, valorando y celebrando, además, la que fuera una buena tarde.
Agradecer, por supuesto, a todos los matadores que han confiado en mí, especialmente a los que han marcado mi trayectoria abriendo caminos a los que, desde niño, soñé alcanzar.
Gracias a Luis Miguel Encabo, Julio Aparicio, Rubén Pinar, quien ha confiado en mí durante mi última etapa. Con palabras de cariño y amistad, menciono a David Mora, pues no solo ha sido mi matador, sino un gran compañero, a todos, gracias.
Por último, me gustaría añadir lo difícil que es mantener la ilusión en una profesión como la nuestra, en la que, en muchos momentos, las circunstancias, por no tener cabida en un lugar privilegiado me han hecho dudar de mi valía como torero, algo que he intentado salvar hasta el momento actual debatiéndome entre lo que el toro me ofrecía, todo, y aquello a lo que no optaba.
Por todo ello, me voy, pero dando GRACIAS a la que considero es la profesión más hermosa del mundo, la que me ha dado todo.
Gracias. Ángel Otero.