Cinco días después de que la Junta de Andalucía diese en las narices de Pagés con el portón del 50%, Madrid da luz verde a un 40% de aforo que no sólo deja en entredicho la actitud de Moreno Bonilla, sino que además le pone entre la espada y la pared para que, en tan sólo quince días, tenga que volver a decidir sobre qué hará en cuanto a las Ferias de Jerez y Córdoba se refiere.
Porque Almendralejo y Mérida han supuesto todo un ejemplo de que la cultura es segura al 50%, Madrid ha dado el paso de torear el veto de Sánchez a la Fiesta y Ayuso ha salido al paso de un Gobierno central aún con el odio de Iglesias merodeando en el pacto que intentan maquillar con el benévolo rostro de Yolanda Díaz. Todo ello no obedece a postulados sanitarios, ni a velar por la salud pública, ni a sustentar el bien de unos ciudadanos que -pobrecitos- no sabrían cómo actuar si no estuvieran las autoridades sanitarias para imponerlo. No obedece a velar por el bien común, dicho está; responde a la tremenda avaricia de poder que destila la clase política que funciona en este país, donde el Gobierno dedica un Ministerio a llegar a la conclusión de que el lenguaje es más inclusivo si decimos «todes».
El asunto de fondo es que el 9 de mayo concluye el Estado de Alarma ilegal al que el rebaño español se ha acostumbrado prácticamente sin hacer ruido. Y antes se habrán pronunciado los madrileños sobre qué tipo de intervención de los Poderes Públicos quieren en sus vidas. Comunismo o Libertad, reza el eslogan de Ayuso; y si le llegan a decir a Domingo Dominguín -ahora que está tan de moda por la entrevista de Évole a su sobrino- que los comunistas de 2021 renegarían no sólo de los toros, sino de ser españoles, los gaseaba a todos sin remisión. Una práctica, por cierto, muy comunista, atendiendo a la historia que ahora -por eso- quieren tergiversar.
El caso es que las imposiciones del Gobierno central a las Comunidades Autónomas sobre el cumplimiento en espectáculos del metro y medio de distancia entre espectadores -algo que no se cumple en otros eventos culturales como el cine o el teatro- son un ataque directo contra el sector taurino. Si se quiere mirar a rajatabla, y la Junta de Andalucía está por la labor de ello (de momento). Y parece el mundo al revés, porque los festejos se celebran -contraviniendo la Orden Ministerial del metro y medio- en comunidades afines al partido en el poder. Y los del bloque de enfrente son los que acatan. La Rúe del Percebe del genial Paco Ibáñez, que es donde vive la política de hoy. Si somos conscientes de ello, sabremos que se puede.