El diestro sevillano José Antonio Morante de la Puebla ha concedido recientemente una entrevista al prestigioso periódico The Times tras su reaparición el pasado 23 de julio en la plaza de toros de Santander. Un espada que estuvo más de 50 días fuera de los ruedos debido a problemas de salud que no le permitían hacer vida normal. “Yo peleo con toros, pero es mi mente la que me paraliza de miedo” se podía leer en el titular que encabezaba la entrevista.
“Estoy luchando contra una enfermedad, un trastorno disociativo que no me deja vivir. Así que tengo que luchar contra esto y contra el toro. Tengo que luchar contra todo”, explicaba el espada oriundo de La Puebla del río al periódico británico. El sevillano lleva arrastrando esta enfermedad desde hace varios lustros, esa que le ha acompañado y que le obligó a parar en varias ocasiones.
Las retiradas de Morante a lo largo de su carrera
La primera de ellas fue allá por el 2004 tras encerrarse con seis astados en la primera plaza del mundo. Volvería al año siguiente en Olivenza tras volver a recuperar la ilusión, esa que perdería nuevamente en el año 2007 tras vaciarse en una nueva encerrona en Madrid. Sería tras una matinal en Granada junto a Ortega Cano y Manzanares cuando decidiría parar nuevamente. El retiro duró menos de un año, reapareciendo en la Monumental plaza México el 7 de enero del 2008 un mano a mano con el veterano matador mexicano Rodolfo Rodríguez “El Pana”.
Volvería a abandonar los ruedos en 2017 para reaparecer nuevamente en junio del año siguiente de la mano de Manolo Lozano. Con la ilusión renovada el sevillano cincelaría faenas para el recuerdo hasta que en 2023 tendría que parar por problemas en su muñeca derecha. Recuperado de la lesión afrontó una campaña de 2024 marcada por unos problemas mentales que le obligaron a parar de forma temporal durante varias semanas.
«Me golpeó más fuerte que antes»
Desde hace más de dos décadas padece un trastorno de despersonalización y agorafobia, que le provoca mialgias, dolores de cabeza y fuertes ataques de llanto incontrolado, además de confusión y desorientación. “Me golpeó más fuerte que antes”, declaraba al citado medio un espada al que este nuevo ataque le dejó sin fuerzas y gran debilidad en las piernas. “Intento que la presión no me domine porque sé que hay mucha gente que quiere que toree pero también que toree sintiéndome bien”, explicó.
Dicen que el vestido de luces es transparente, de ahí que los tendidos capten rápidamente si un espada está apático y desilusionado, o, por el contrario, feliz y motivado. “A veces puedo disimular esa presión… Sigo con el tratamiento pero con mucha angustia. La verdad es que sufro mucho” finalizó exponiendo un espada que está ilusionado en poder terminar la temporada, algo que no está en su mano si los problemas vuelven a dar la cara.