EL TENDIDO DE LOS SASTRES

14 de abril


miércoles 14 abril, 2021

A las seis de la mañana del 14 de abril de 1931, los concejales electos de Eibar reunidos en su casa consistorial proclamaron la República y la noticia se extendió por toda España.

A las seis de la mañana del 14 de abril de 1931, los concejales electos de Eibar reunidos en su casa consistorial proclamaron la República y la noticia se extendió por toda España.

A las seis de la mañana del 14 de abril de 1931, los concejales electos de Eibar reunidos en su casa consistorial proclamaron la República y la noticia se extendió por toda España. No eran tiempos de twitter pero sí de telégrafos, cuyos funcionarios eran en su mayoría socialistas. A las dos de la tarde, ocurría lo mismo en Barcelona y ya a las nueve de la noche era Alcalá Zamora quien , desde el despacho del Ministro de Gobernación en la Puerta del Sol madrileña proclamaba la República, en alocución radiada a toda España, instaurando, sin derramamiento de sangre, el nuevo régimen. En 1936, el Alzamiento truncaría, a sangre y fuego,  la esperanza.

Frente al discurso de la izquierda oficial (sic) de nuestros días, el ideario republicano, sus valores, no se contraponen a aquellos que son propios de la tauromaquia. Pero no debe ser patrimonializada  por tal o cual ideología pues, como manifestación artística y cultural, se desvincula de ellas. Otra cosa es su utilización y apropiación indebidas, que tanto daño le hacen.

“Escuela de vida” según Víctor Gómez Pin; “Resalta valores profundamente humanos”, recoge el BOE en su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial”; “La fiesta más culta que hay en el Mundo”, sentenció Lorca; “Yo le debo al toreo no haber banalizado nada en mi vida”, declaró Esplá; “La fiesta de los toros es una de las creaciones más originales de la cultura hispánica y es a la vez portadora de los valores humanos más universales”, escribió Francis Wolff…

Apenas dos meses después de ese 14 de abril, el alcalde republicano Pedro Rico inauguraba la Plaza de Las Ventas. Rico, como tantos otros políticos de izquierdas, era aficionado a los toros. Como también eran de izquierdas muchos profesionales taurinos, algunos de los cuales no dudaron en sumarse al Ejercito Republicano cuando estalló al Guerra Incivil. Es más, la 96 Brigada Mixta( formada mayoritariamente por militantes del PCE), del ejército republicano  fue conocida como la “Brigada de los toreros” ( cuya historia de documenta ampliamente en el libro del mismo título de Javier Pérez Gómez) pues en ella sirvieron matadores, novilleros y banderilleros militantes o simpatizantes del PCE, PSOE o UGT, como  Manuel Vilches del Río Parrita, Luis Prados Litri II, Juan Mazquiarán Fortuna Chico, Luis Mera,  Enrique Torres o Silvino Zafón El Niño de la Estrella. Este último, natural de Teruel,  tomó la alternativa en Barcelona en 1937 de manos del eibarrés Pedro Basauri Pedrucho y después de torear dos corridas más, también en Barcelona, se incorporó a la 96 Brigada Mixta.

El mencionado Javier Pérez Gómez explica en su libro que, acabada la Guerra,  El Niño de la Estrella volvió a los ruedos pero su alternativa, al datarse durante la contienda, no era válida, regresando al escalafón inferior, con Barcelona otra vez como escenario. Pero su condición de “torero republicano” frustró  su carrera, más aún cuando en 1945 fue detenido por presunta colaboración con los maquis. Pasó dos años en la cárcel,  llegó a figurar en la cuadrilla del matador de Figueres, Roberto Espinosa y acabó marchándose a Francia, donde murió en 1954 siendo Arles su última morada.

Unas historias (“De todas las historias de la Historia/sin duda la más triste es la de España/porque termina mal”. Gil de Biedma) que no pueden olvidar a los banderilleros granadinos anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas,  asesinados por los fascistas alzados en armas, junto al maestro Dióscoro Galindo y Federico García Lorca.

Han pasado  noventa años de aquel 14 de abril y la España cainita parece no haber aprendido ninguna lección. Al contrario. En ese espíritu permanente de contienda, el toreo se utiliza, se usa, se manosea, se pervierte, se manipula, al antojo y conveniencia de unos y otros.

Pero su fuerza es tal que, incluso en tiempos de una pandemia feroz, no sólo sobrevive, sino que vive y vivirá. Y cada tarde de toros, allá penas aforo, metro y medio o mascarillas, en los tendidos de las plazas, sol y sombra, izquierdas o derechas, el milagro del toreo seguirá venciendo a las tinieblas de la sinrazón.