EL EXILIO INTERIOR

¡Hay que irse de Cultura!


sábado 7 septiembre, 2024

Que la Tauromaquia esté en el Ministerio de Cultura, anhelo largamente reivindicado y conseguido Pérez Rubalcaba mediante, es una anomalía.

Urtasun
Urtasun en una reunión con el Gobierno de C-LM.

Que la Tauromaquia esté en el Ministerio de Cultura, anhelo largamente reivindicado y conseguido Pérez Rubalcaba mediante, es una anomalía. Porque el sector taurino debería corregir largándose cuanto antes, no diría que al Ministerio del Interior, de donde procede sino a un limbo jurídico y desde él autorregularse y que sea lo que Cúchares quiera.

Peligrosa apuesta, claro, más aún conociendo la asombrosa capacidad del taurinismo oficial, más conocido como sistema , en hacer lo contrario de lo que se supone favorece al toreo, pero de perdidos al río. Peor, imposible.

Urtasun y su ejército desarmado ( ahora con un aliado tan inesperado como grotesco, el tal Alvise) tienen  a la tauromaquia como enemigo a batir y su munición va cargada de argumentos (sic) moralistas, supremacistas y monjiles. 

Desde el frente taurino se responde con un fuego cruzado de reivindicaciones históricas y culturales que, por manidas, apenas hacen mella y así las cosas, con una ILP en marcha que aspira a llevar al Congreso la abolición de la tauromaquia lo del  susodicho Premio no  es otra cosa que inofensivas balas de fogueo.

La tauromaquia no tiene cabida ni en Cultura ni en ningún otro ente burocrático-político. La tauromaquia es un acontecimiento cultural de primer orden que no permite encorsetamientos en el orden moral porque es amoral en sí misma y su continuidad o no en el tiempo depende, o debería depender, de lo que ella misma sepa proponer y hacer llegar a la sociedad, una sociedad que vive un perpetuo estado letárgico.

Lejos del amparo político, ya sea  a favor ( falsariamente casi siempre) o en contra, el toreo debe volar en libertad sin atender a ridículas ordenanzas que lo encorsetan y ofrecerse con toda la crudeza y verdad de su esencia de vida y muerte. 

El toreo no es cultura, la tauromaquia trasciende la cultura porque , Bergamín díxit, » es un espectáculo inmoral y, por consiguiente, educador de la inteligencia».

Por eso y más decir adiós, un ahí te quedas,  al Ministerio que supuestamente la  debería amparar y promocionar sería un acto de justicia poética. Y, quién sabe, una guerra ganada.