Pepe Moral, Miguel de Pablo y Luis Gerpe hacían el paseíllo, este 8 de septiembre, en el segundo desafío ganadero del mes en Las Ventas, en el que se lidiaban toros de Dolores Aguirre –los tres primeros- y Sobral –los tres últimos-.
La convicción de Pepe Moral con el primero le lleva a dejar pasajes importantes
Abrió plaza un ‘Argelón’ de Dolores Aguirre que pasaba los seis quintales y lucía dos puntas escalofriantes, pero cuando se abrió de capa Pepe Moral y le sopló siete verónicas de lento compás y una media personalísima, todo muy obligado, el toro ya no era nadie. Fantástico el inicio del sevillano, que hizo rugir la plaza cuando aún no se había sentado. Luego fue mucho rato el que estuvo el toro bajo el peto, del que salió ya con la cara a su aire. Molestó mucho el viento en el quite del que tuvo que desistir Miguel de Pablo. Ya comenzó esperando en banderillas y terminó cortando el viaje, sin fuerza para aguantar la lidia, pero aún así quiso apostar Pepe brindando al público. Y fue clave el inicio, sometiendo por abajo con mucha torería el ímpetu del animal. Luego con paciencia, encelando a un toro que necesitaba gobierno para alargar su viaje corto, para azuzar su falta de ganas de embestir y para apretar los dientes y soportar sus continuas amenazas, que quedaban veladas en el trazo que ofrecía Pepe con su convicción. Hasta que llegó el momento de apretar lo construido, y entonces dijo el toro que mejor se iba. Bastó el macheteo final para dejar claro que había estado Moral muy por encima del de Dolores. Una estocada delantera le valió para despenarlo y escuchar una ovación.
El palco niega la oreja a un Miguel de Pablo que se inventa la faena al manso segundo
También el segundo llevaba El Hierro de Dolores Aguirre, pero era de un tipo muy distinto, más bajo, de cara más abierta y mucho más huidizo en los capotes, de los que se desentendió hasta el tercio de varas, en el que se protestó la colocación, pero no la evidente mansedumbre del animal. De hecho, pasó un rato largo Miguel de Pablo intentando que acudiera al penco. Hasta que se lo echaron encima, claro. No hubo más remedio, por mucha gresca que formasen los custodios, que querían ver en el caballo la inexistente bravura del de Dolores, que, además, tampoco tuvo fijeza. De hecho, hasta los bajos del 5 tuvo que ir el de Colmenar a buscar al manso para que le dejase dos arreones que recomendaban cambiar los terrenos. Toro de pasar un ratito, había que ser muy preciso en los medios para tocarlo al sitio justo y aguantar la arrancada mansa y peligrosa sin volverle la cara ni perder los papeles. Y lo hizo Miguel, con un esfuerzo por meter en la muleta las embestidas díscolas robando derechazos con el ritmo que el torero imponía, sorprendiendo al animal y adelantándose siempre a la acción. Más aún tragó al natural, por donde la vista del toro siempre estaba en el terno, pero sirvió para ver la diferencia cuando volvió a la diestra y le robó otra serie que llegó al tendido. Una estocada certera con una muerte espectacular puso los pañuelos en el tendido, pero el presidente no sacó el pañuelo. Sí valió, sin embargo, para una merecidísima vuelta al ruedo.
Luis Gerpe acaba en silencio con el tercero, el más manso de los tres mansos de Dolores
El tercero era casi un calco del anterior, con el mismo cuajo fuera de toda duda y con el mismo hierro en el anca. Pero embistió mejor en el capote que manejaba Luis Gerpe con facilidad lidiadora. Y así, como excelente lidiador, se mostró para llevar al toro a los dominios del piquero, que le zumbó un trancazo largo con la salida tapada. Ahí se dejó el animal el poco recorrido que exhibía, y comenzó a no pasar de los embroques. Aún así, el segundo puyazo fue duro también. En banderillas ya estaba cantando la gallina, pero dio para una excelente actuación de Medhi Savalli, comprometido en dos pares que le valieron una ovación. Brindó a la concurrencia Gerpe, que tuvo que irse de inmediato detrás del manso para sujetarlo en el tercio a base de doblones que se imponían a los derrotes que soltaba el toro por todo ataque. Pero supo Luis darle trapo con paciencia para encelarlo y tesón para no tirar la toalla con las reacciones del de Dolores, bravucón en un arreó con genio que terminaba en una huida. Hasta que la huida arrolló al torero y casi se lo echa a los lomos. Pero el que se terminó echando fue el manso, que decidió que aquello no iba con él. Pinchazo de Gerpe, que no fue breve con la espada y se le volvió a echar.
Pepe Moral se juega la vida sin trampa con un cuarto que siempre amenazó con el hule
Al sardo cuarto, que era un pavo con El Hierro de Sobral, se fue a saludarlo Pepe Moral a la puerta de chiqueros, pero se quedó debajo del trapo en la larga cambiada de rodillas, y solo un milagro libró al sevillano de la cornada. Después se quiso ir el animal hasta que llegó al caballo recto y apretando con las manos en el primer encuentro, más largo y más derecho la segunda vez, pero a cabezazos. Tampoco tuvo temple ni franqueza en el quite que intentó Miguel de Pablo a la verónica. Brindó a Moisés Fraile, ganadero de El Pilar, y se fue a ganarle el paso con doblones genuflexos a un animal que demandaba tiempo y largura. Se la dio Pepe, pero acudía con el freno echado y lo iba accionando cada vez más mientras echaba las miradas a la taleguilla en lugar de al trapo rojo, reponiendo después y demostrando que recordaba lo que dejaba detrás. Apostaba Moral por la colocación y la verdad cuando le devolvía el animal zarpazos que no pasaban del embroque y parones en el pecho que amenazaban hule. El corazón en un puño tuvo el tendido de Madrid mientras se echaba la muleta a la zurda, pero ahí ya le firmó el armisticio el de Sobral a un torero que ganó la pelea de principio a fin. Una estocada desprendida se quitó de en medio al sardo tras un aviso.
Miguel de Pablo se impone con valor al orientado quinto, que lo voltea
El quinto, menos por detrás que los anteriores, lucía dos pitones de agudeza antinatural y se mostró bravucón en el capote de Miguel de Pablo, en el que se aburrió de repetir cuando comprendió que no podía ganar la pelea. Fue a topar con el caballo las dos veces que lo picaron y se protestó su evidente falta de fuerza que, sumada a su mansedumbre, amenazaba defensa constante en la muleta. Ya en la brega de Manuel Macías mostró su falta de interés en concluir los viajes y su vicio por echar la cara arriba. A pesar de todo, el brindis de Miguel de Pablo fue para el público. Y allí estaba, intentando meter en cintura a un animal que te radiografiaba constantemente, cuando se le quedó debajo, le echó mano por la corva y le pegó un volteretón. No se arrugó el de Colmenar, que volvió a la cara para dejar una lidia sobre los pies, a la antigua usanza, mientras el sardo buscaba hacer carne. Pero aún le robó otra serie, con la mano derecha y en la media distancia, antes de dejar una estocada corta que lo mandó a destazar.
El defensivo sexto pone a prueba los arrestos de Luis Gerpe, que da una vuelta
Al burraco de Sobral que cerró plaza, el mejor hecho pero el menos ofensivo del encierro, lo lanceó con gusto pero sin remate Luis Gerpe porque comenzó a echarle el freno un animal que embistió sin entrega. Sí se empleó en el caballo, donde recargó mientras le tapaban la salida en un puyazo de tres agujeros. Tan es así, que en el segundo encuentro salió de naja el toro de colorines. En banderillas sobresalió Juan Pedro Asoreño, que saludó. Por abajo fue el inicio de Luis Gerpe, intentando someter las embestidas defensivas y atornillados del animal, que ni con la inercia de la media distancia lo hacía mejor. Quiso asentarse Gerpe, y entrar y salir del lugar del toro para robarle las arrancadas, pero tuvo que terminar entre los pitones mientras el burraco intentaba remontar para echarle mano. Un toma y da a la faena, en la que olió a hule constantemente, dada la imposibilidad de torear al de Sobral. También Luis fue siempre para adelante con el animal y se lo agradeció Madrid. La estocada fue de premio y de efecto rápido para dar una vuelta.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Corrida de toros. Un cuarto de entrada.
Toros de Dolores Aguirre –los tres primeros- y Sobral –los tres últimos-, de más ímpetu que bravura el grandón primero; manso y reponedor el peligroso segundo; manso y sin raza el tercero; mirón y reponedor el amenazante cuarto; medidor y orientado el sardo quinto, una prenda; defensivo y sin raza el burraco sexto.
Pepe Moral (marfil y oro): ovación y ovación tras aviso.
Miguel de Pablo (turquesa y azabache): vuelta y ovación.
Luis Gerpe (marino y oro): silencio y vuelta.
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
