La magia eligió Lunel. Un bellísimo rincón de Francia donde el toreo latió ya en la Marsellesa tras el paseíllo, donde tres conceptos dispares de tres generaciones diferentes se fundieron en una sola voz: la de la loa a la tauromaquia en un espacio presto al arte, un novedoso y acogedor coso que vio cómo Lea Vicens cuajó una soberbia tarde de tres orejas, cómo Antonio Ferrera escribía un poema de arte taurómaco con el bravo quinto de Cuvillo y se le perdonaba la vida y cómo el temple de Juan Ortega se fundía con el de la nobleza de los «cuvillos» que le tocaron, más allá de los despojos.
Así os contamos la tarde toro a toro:
El mal rejón de muerte deja en una sola oreja la entrega de Vicens frente al primero
Una oreja paseó Lea del primero de la tarde, un animal de Bohórquez que colaboró en la lidia de la rejoneadora; ésta imprimió el carácter personal de su concepto sobre todo a lomos de una de sus estrellas, «Bético», llegando arriba en banderillas. En el final de faena, clavó varios pares al quiebro dejándoselo llegar al estribo. Tenía el doble premio en su mano, pero un pinchazo previo al rejonazo dejó todo en un solo apéndice que paseó al calor y al cariño de la afición.
La personalidad de Ferrera, oreja del noble y humillador segundo
El segundo de Núñez del Cuvillo fue un animal aplaudido en el arrastre por las virtudes que sacó durante la lidia de Antonio Ferrera. El veterano diestro anduvo completo tanto de capote como de muleta, sonsacando con trazo humillado y por momentos relajado a diestras la buena condición de su oponente. La buena estocada final le hizo pasear el apéndice.
El temple de Ortega le pasea un despojo al tercero
Muy en el corte de Juan Ortega fue su faena al tercero, astado de Cuvillo al que le paseó una oreja tras despenarlo de un medio espadazo. Antes, dejó momentos muy templados, pulseando muy mucho el tranco noble de su oponente, conectando con ese toreo despacioso que atesora y gustándose en unos finales de tanda de mucho sabor. Le dejó lucirse con el capote a Ortega tanto en el recibo como con el ajustado quite por delantales. Se sucedieron los muletazos ligados, cada vez más despacio y ajustados. Cerró con unas delicadas manoletinas.
Lea, muy importante ante el agarrado cuarto, al que desoreja en una faena en la que destacó con «Diluvio»
Muy importante la actuación de Lea Vicens frente al cuarto, un animal que colaboró a la lidia de la rejoneadora por su clase y nobleza, rasgos típicos del buen Murube, pero fue muy agarrado al piso. Y por ahí entendió Lea que debía buscar el toreo a caballo de clase, de cercanías: lo llevó en galopes a dos pistas llenos de expresión, con el toro cosido en el estribo. Con «Diluvio» destacó en esta obra, toreando para sí misma, en la que, ahora sí, acertó con el rejonazo final, lo que puso en su mano el doble trofeo.
Ferrera sella una obra maestra al bravo quinto de Cuvillo, al que se le perdona la vida
Un poema por ambas manos construyó Ferrera ante el bravo quinto, un animal que tuvo toda las virtudes que busca un ganadero como Don Joaquín Núñez: humillación, codicia, clase, ambición por querer coger las telas y el gobierno que le propuso Antonio Ferrera. Y le aguantó el toro a la inspiración del extremeño, que fue cimentando sobre la diestra una obra en la que los remates de serie, unos rotundos finales de tanda y, al final, el toreo al natural por ambas manos, hicieron que fuese de más a más la faena. Y el tendido, en delirio, pidió el indulto para el bravo de Cuvillo concedido por el palco. Dos y rabo simbólicas para el torero y gloria y vida para el animal.
Juan Ortega, ovacionado ante el apagado sexto
El sexto fue un animal que no permitía mucho, que se fue apagando poco a poco y al que el diestro consiguió sacarle muletazos aislados que fueron una delicia, pero no llegó la obra en conjunto arriba por lo apagado del animal. Fue ovacionado tras despacharlo con el acero. Ortega no tuvo opción con el deslucido animal que, sin duda, fue el toro más bruto y descompuesto de toda la tarde.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Lunel, Francia. Corrida de toros mixta. Más de tres cuartos del aforo permitido.
Toros de Fermín Bohórquez y Núñez del Cuvillo -indultado el bravo cuarto-.
La rejoneadora Lea Vicens, oreja y dos orejas.
Antonio Ferrera (azul rey y oro), oreja y dos orejas y rabo simbólicos.
Juan Ortega (grana y oro), oreja y ovación.
FOTO DE PORTADA. LAURE CRESPY