El pasado sábado la Monumental plaza de toros de Las Ventas abría sus puertas para el primer festejo de la Feria de Otoño, una tarde donde estaban anunciados el valenciano Enrique Ponce, el gaditano David Galván, y el también levantino Samuel Navalón. Una tarde muy emotiva por la despedida de esta plaza del diestro nacido en Chiva tras más de 30 años en activo (alternativa en marzo de 1990). Una carrera donde Madrid ha sido base de la misma con varias puertas grandes y otras faenas importantes que no acabaron con su salida camino de la calle Alcalá.
Enrique conseguiría pasear las dos orejas del segundo de su lote en una tarde que comenzó torcida por la no devolución del primero de su lote, un toro de buena condición que no debió quedarse en el ruedo. El primero del lote de Ponce tenía una presencia muy destacable, y una forma de reducirse y colocar la cara en el capote del de Chiva que auguraba virtudes, pero se partió medio pitón en el peto y ya nada tuvo sentido. Desde la actuación de un presidente que no era capaz de interpretar el Reglamento, hasta el despropósito de un animal con medio pitón colgando en la plaza más importante del mundo.
Navalón le devolvía los trastos a su padrino entre palmas de tango, miradas de todos al presidente y gritos de “fuera del palco”. Era un espectáculo lastimoso ver a un torero como Ponce ante un animal mutilado y un tendido a la contra. Por eso lo mató con brevedad, de una estocada efectiva, y el espectáculo continuó sin que le importase demasiado al encargado de velar por aquellos a los que acababa de mangarle un acto en el espectáculo. Sin calificar por falta de toro. Deplorable, escribía Marco Antonio Hierro en este portal el pasado sábado.
La no devolución de este animal provocó el enfado de un amplio sector de la plaza que no entendía como la presidencia no sacaba el pañuelo verde para devolverlo a chiqueros. Ese enfado que también compartía un espada que sabía que su labor no iba a ser valorada en su justa medida al estar toreando a un ejemplar con medio pitón partido. Al igual que Ponce y gran parte de los tendidos, desde el callejón Miguel Abellán y Víctor Zabala, gerente de Plaza 1, también mostraban su disconformidad y pedían la devolución de este ‘Cantero’.
Si bien es cierto que, según el Reglamento, se había estropeado durante su lidia, siempre hay que tener un poco de cintura para interpretar la norma y devolver a un animal con esa merma en sus defensas. Todo había ocurrido en el tercio de veras cuando nada más salir del primer encuentro con el caballo salía con parte de su pitón izquierdo colgando del mismo. Rápidamente, un monosabio recogió la vaina que había quedado en el suelo y la echó al callejón.
Las protestas arreciaron manteniéndose el presidente en sus trece. Entre palmas de tango y gritos desde el tendido se llevó a cabo el tercio de banderillas. Ponce miraba hacia el palco con el capote en la mano, esperando para que Samuel Navalón le devolviese los trastos tras la confirmación, pero los segundos pasaban y nada cambiaba, el usía sacaba el pañuelo blanco, no existiendo posibilidad alguna de devolverlo a corrales.
Una afición que hizo ostensible su malestar tanto en la plaza como a través de las redes sociales, lugar donde El Torilero, usuario de la red social X, publicaba un vídeo durante el tercio de banderillas en el que se podía ver el estado del toro y las quejas de una plaza que estaba en total desacuerdo con la decisión presidencial. “Una vergüenza que no hayan cambiado este toro con el pitón roto, en el primer toro de Ponce. El valenciano lo despachó rápido, bien hizo” escribía pocos minutos antes de las siete de la tarde.
Una vergüenza que no hayan cambiado este toro con el pitón roto, en el primer toro de Ponce. El valenciano lo despachó rápido, bien hizo. pic.twitter.com/DYNGn69ImH
— El Torilero (@TorileroEl) September 28, 2024