«Era malo». «El peor de todos». «Lo más negativo que le podía pasar a la tauromaquia en este momento». Y han ido todos. Solamente Pagés, los Lozano, Lances de Futuro y Circuitos Taurinos como grandes empresas del hoy se han quitado de en medio en el concurso por Valencia, una plaza que más allá de ser un coso ambicioso a gestionar es un trono por uno de los siete cetros del toreo. Cual si George R. R. Martin relatase las vivencias de ese grupo de personas de distintas casas de la Fiesta, así se han tomado los dirigentes de la tauromaquia el concurso por Valencia. Un concurso que, no olvidemos, es una subasta encubierta.
Y analicemos por partes lo que beneficia a cada uno de los participantes. En el caso de Manuel Martínez Erice, que acude junto con Fernando Sánchez, puede suponerle la vuelta a la gestión de un coso de primera categoría después de que el último del que llevase las riendas fuese Madrid con Taurodelta.
Bien le hace falta también a Tauroemoción, que acude de la mano de José Luis Escribano, un coso de primera a los múltiples cosos ya de segunda y tercera que atesora en su esportón. Y a la unión BMF-FIT hacerse ya con otra plaza de primera además de Bilbao. Al igual que a Matilla, que acude en solitario y ésta sería la gran apuesta por un coso de piso público al que accedería en la actualidad.
Lo necesita Nautalia para consolidarse definitivamente en el circuito de la tauromaquia, por el que apostó con Madrid, pero no ha tenido más experiencia más allá de la calle de Alcalá (salvando Valdemorillo 2019). Su fallida presentación al concurso por Santander tenía que resarcirse con otro coso de primera, y Simón, su socio en Las Ventas, va de su mano. Gestor hasta ahora de Valencia, intentó incluso hacer entender a ANOET (y a otros empresarios no pertenecientes a la asociación) que la batalla por esta plaza era un abuso en las normas muy negativo para el toreo. Como lo es toda subasta.
Y ese intento de entendimiento colectivo le costó incluso el disgusto de tener que dimitir como presidente de la asociación. Pero entendemos que, aunque estuviese en contra de las reglas, quedarse fuera del juego cuando casi la totalidad de sus contrincantes entraban a formar parte de éste es de torpes. Por eso, aun en contra, acude junto a García Garrido al coso en el que ya tiene una consolidada experiencia.
La realidad aceptada por todos condena a la nueva gestora del coso de la calle de Xátiva a asumir en sus costillas un pliego-subasta si quiere quedarse con ella. Y, a la postre, a su afición y a los profesionales (que son los que deberán cargar con la rebaja de honorarios) a asumir esa impopular y cuestionable forma de licitación de un coso PÚBLICO. De todos. Taurinos y no. De los que dan conciertos en este ruedo y no se les pasa por la misma criba económica y de los que amamos esta Fiesta universal y queremos ver a los nuevos valores taurinos del Levante pugnar por ser alguien. Desde 150.000 la oferta, oiga…
Con este contexto, todos, en el continente ficticio de Poniente, quieren hacerse con el control del Trono de Hierro y gobernar Valencia, uno los siete reinos que conforman el territorio. El jueves sabremos la respuesta. Pero aquí la que pierde ya es una: la tauromaquia, que tendrá que pagar excesivamente por ejercer su trabajo. Que tendrá que pagar por ejercer una cultura que a otros no les cuesta el piso de escenario.