LA CRÓNICA DE OTOÑO

¡Ay, Señor, Señor…!


viernes 4 octubre, 2024

Tomás Rufo construye la emoción en una faena, Román la pincha y Manzanares se pasea por Madrid con facilidad ante una mansada

Tomás Rufo (1)
Tomás Rufo parece pedir suerte al cielo mientras se tapa con la montera © Luis Sánchez Olmedo

Era la frase más utilizada a la salida de una corrida de toros donde fue precisamente el toro lo que faltó. Hubo voluntad, intención, ambición y sapiencia, pero no hubo toros. Y, entre la mediocridad de las embestidas podridas, tan almibaradamente nobles -en los toros que sirvieron- que hasta empalagaban, emergió la decisión sincera de Román y la ambición de Tomás Rufo, bien secundada por una inteligencia digna de mención. Nada de lo que ocurrió en el ruedo fue para recordar esta tarde así que pasen veinte años, pero la media de lo sucedido fue tan ramplona que todo lo meritorio pareció amplificarse en un tendido ávido de sucesos dignos de mención.

Pero digna de mención, así, de pronto, es la preocupante falta de bravura que tiene una ganadería tan prestigiosa y mítica como El Puerto de San Lorenzo, que nunca ha sobresalido por su raza, pero sí por echar siempre uno o dos toros de triunfo con una embestida humillada, redonda y especial. Tanto que sólo los lisardos de José Juan y Lorenzo permanecen en el circuito de las grandes ferias de todas las procedencias de Lisardo que las copaban. El problema es que no ha sido sólo hoy, sino todas las tardes que han lidiado en Madrid, y con ambos hierros, El Puerto y La Ventana. Y eso no es un inconveniente de tener mala suerte una tarde o dos, sino haberle perdido el punto a un toro que no tiene muchas fuentes donde refrescar.

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Josemari Manzanares en su particular ritual antes de cada faena © Luis Sánchez Olmedo

Por eso cuando Román se enterraba en la arena, justo en medio del anillo, con la muleta por delante y la voz para citar, todo el foco de la plaza se centró sobre el valenciano. Allí se fue Cubilón, un segundo que pareció querer embestir hasta que comprobó que la diestra del rubio torero viajaba más abajo de lo que podía soportar, pero antes ya le había soplado una serie de mano derecha mandona que culminó con un soberbio circular invertido que se fue transformando en el de pecho sin solución de continuidad. Ese era el secreto, hacer que no dejase de ver trapo rojo para que no se le ocurriese tomar el camino de las tablas. Pero ni así pudo evitar Román el lamentable espectáculo de tener que andar detrás de la bestia que debería dar miedo. Notable la actitud del torero, meritoria la intención y acertadísima la puesta en escena, que sólo se esfumó cuando la espada falló en esta ocasión. ¡Ay, si llega a tener toro…!

Precisamente eso debió pensar Tomás Rufo cuando estaba a punto de salir el sexto, un animal lleno, redondo y badanudo, de lomo largo y caja generosa, perfil amplio y puntas arriba. Salió cuando la noche había caído ya sobre la plaza y también sobre el tendido, aburrido de embestidas aborregadas y anodinas. Tanto que el toro pegó un salto al salir de chiqueros para saltar las rayas de picar y lo celebró la concurrencia como un suceso mayor. No digamos ya las verónicas bien dibujadas por Tomás, esperando muy bien la llegada adormilada del de El Puerto, que no se reducía en el embroque, sino que ya venía reducido de serie. Pero sirvió para que se lo abrochase Rufo ahí y en una media muy apretada para dejarlo en el caballo.

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Román sale de la cara del toro © Luis Sánchez Olmedo

Tal vez fue ahí donde vio condición para brindarlo, para iniciar con seguridad y trazarle despacio pero a su altura, consintiendo para esperar el momento de apretar. Ya ahí comenzaron las protestas de los custodios, que reclamaban una mejor colocación sin importarles el animal que había delante y sus peculiares condiciones de embestida, que sólo se quedaba en la sarga cuando moría en línea recta y ganaba el paso Tomás para no dejar que pensase. Así fue capaz de llegar al tendido -a la gran mayoría- a pesar de la aborregada condición de un animal que seguía la muleta, bobalicón, cual si hubiese una zanahoria delante. Un cambio de mano monumental, un par de desdenes a tiempo y una estocada volcándose encima pusieron los pañuelos en las manos del respetable. Y hubo cantidad suficiente para haber sacado el pañuelo, pero no convino el palco en otorgar una oreja en Madrid después de usar el descabello. Una vuelta, en cambio, fue aclamada con fervor.

Ese no lo levantó Manzanares en toda la tarde. Porque no es el mejor momento del alicantino, pero aún así tuvo la suficiencia y la facilidad de despachar a sus dos toros sin haberse despeinado y casi sin sudar. La forma de usar los vuelos de Josemari es tan perfecta que incluso para no pasar fatigas lo convierte en un genio. Hoy, que pasó sin pena ni gloria por el ruedo de Las Ventas, tuvo un momento en cada muletazo que tenía una foto superior. Aunque no fuera verdad, viendo la serie en su totalidad. Siendo estrictos con las condiciones de su lote, era eso o meterles la espada sin un pase previo, lo que nos hubiera ahorrado tiempo, pero no hubiera justificado el precio de la entrada.

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Tomás Rufo saluda en la vuelta al ruedo de Las Ventas © Luis Sánchez Olmedo

Lo cierto es que tampoco justificó El Puerto su presencia en Madrid este Otoño, y que pondrán remedio los ganaderos, dada su gran afición, pero no verán si la solución fue buena hasta dentro de cuatro años. Así de ingrata es la vida en el campo. ¡Ay, Señor, Señor…!

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de Otoño, cuarta de abono. Corrida de toros. Casi lleno.

Toros de Puerto de San Lorenzo (1º-2º-3º-6º), La Ventana del Puerto (4º-5º) y Juan Pedro Domecq (3º bis). Manso con clase el rajado primero; de huída hacia adelante con calidad el manso segundo; sin transmisión ni fondo el tercero bis; sin vida el anodino cuarto; un mulo el descafeinado quinto; un carretón sin espíritu el borrego sexto.

José María Manzanares (sangre de toro y oro): silencio y silencio.

Román (celeste y azabache): ovación tras aviso y silencio.

Tomás Rufo (corinto y oro): silencio y vuelta al ruedo.

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Fotogalería Madrid 4 10 2024

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