El campo bravo ha sufrido una importante evolución en los últimos lustros, amén de un perfeccionamiento en las hechuras de los animales, los ganaderos han conseguido llegar a unas cotas pocas veces vistas con anterioridad. “Te das cuenta que cada vez sabes menos. Esa embestida que me parecía extraordinaria allá por 2008 ahora no me lo parece tanto. Esto es por el nivel alcanzado por los ganaderos, cada vez los toros embisten mejor y yo lo veo cada año en casa” explicaba Aurora Algarra en una entrevista.
“El tiempo y la exigencia de los púbicos y de los toreros te hace estar en constante evolución. Cuando a lo largo de los años te van saliendo animales muchísimo mejores, y el problema es que si te equivocas tienes que esperar cuatro años, con lo cual te desesperas una barbaridad. Por muy bien que hagas las cosas esto depende de un animal, yo siempre digo que esto es un examen que vas pasando todos los días” expuso la ganadera hispalense.
Ahora se busca un animal que tenga movilidad, que transmita, pero que la tome con ritmo y entrega, algo que cuesta mucho tiempo conseguir. Por todo ello, un amplio abanico de criadores de bravo se apoyan en la inseminación artificial, algo que te ahorra tiempo y no te obliga a desembolsar una cantidad de dinero a la que no puedas hacer frente. El valor de un semental contrastado sube como la espuma, siendo más económico para un criador de bravo adquirir pajuelas de dicho animal.
Ganaderos como Álvaro y Juan Pedro Domecq fueron pioneros a la hora de la inseminación, algo que han copiado con el paso del tiempo innumerables divisas como Santiago Domecq, Jandilla, García Jiménez, Garcigrande o Álvaro Núñez, entre otras. Por todo ello, muchos son los ganaderos que les cortan las turmas (testículos) a sus animales una vez ha finalizado el festejo. Con esto buscan tener garantizado la genética de ese animal en particular, ejemplar que puede abrir el abanico genético de la ganadería y perpetuar su simiente en la vacada.
Dentro de esa amalgama de hierros que apostaron por sacar pajuelas a sus toros más célebres está Victorino Martín. Pese a ser una vacada consolidada y con gran demanda, su actual ganadero se decantó por no vender las pajuelas de sus mejores sementales. Según las fuentes consultadas por este medio, hoy en día dichas pajuelas oscilan entre los 1.500 euros -si se trata de un toro vivo-, y unos 10.000 -si este no lo está-. Por lo tanto, si de un animal se pueden obtener un gran número de pajuelas, la cifra de venta puede alcanzar cifras muy importantes.
Pese a la venta de ganado bravo a vacadas americanas por parte de hierros como La Quinta, Garcigrande o García Jiménez, muchos son los hierros que optan por la inseminación al no ser ni fácil, ni barato, el transporte de animales vivos al otro lado del charco. Según algunas fuentes consultadas por este medio, se han llegado a pagar cerca de 200.000 euros por uno de esos sementales estrella, un precio que no está al alcance de determinados bolsillos.