Hace algunas semanas hablábamos de la figura de Francisco Montero, torero de alternativa que tras dar varios golpes sobre la mesa se ganó una oportunidad en el escalafón superior. Pero como suele pasar en muchos casos, estos nuevos matadores de toros se quedan parados a la espera de una llamada que les cambie la vida. Años atrás dichos espadas se fogueaban en plazas menores para poder llegar rodados a esos cosos de mayor categoría donde poder dar un aldabonazo.
Pero hoy en día todo cambió, muchas plazas de segunda y tercera exigen un bagaje en plazas de primera para darte cabida en sus carteles, algo que muy pocos toreros pueden cumplir. Sin duda alguna, esta es la pescadilla que se muerde la cola, quedando muchos espadas sentados en el banquillo y sin la oportunidad de ver un pitón. Este es el caso de un número amplio de matadores de toros que pese a las dificultades del momento no se resignan, buscándose la vida como buenamente pueden.
Uno de esos diestros es el citado Francisco Jesús Montero (Chiclana de la Frontera, Cádiz, 23 de marzo de 1992), matador de toros que, ante la falta de contratos, decidió echarse a la calle y ponerse delante de auténticos torazos. Se le ha visto en Yuncos (Toledo) con uno de Núñez del Cuvillo que rozaba los seis años, en Torres de la Alameda (Madrid) delante de un ejemplar de Partido de Resina o recientemente con un astifino astado de El Pilar en otro punto de nuestra geografía. Pero ahí no quedó la cosa al coger el coche y hacerse cientos de kilómetros para llegar a la castellonense Onda.
Allí el pasado miércoles saltaron a las calles de esta localidad valenciana astados pertenecientes a las vacadas de La Jotera (antes Jacinto Ortega), Adolfo Martín, Hijos de Celestino Cuadri Vides, Torrealta y Peñajara, cinco astados perfectamente presentados y con la seriedad que se pide en este tipo de festejos, esos que bien podrían haber saltado a una plaza de primera categoría esta temporada recién finalizada.
Una vez que fueron recortados por los mozos allí presentes fue el turno de los llamados “maletillas”, esos que buscan no perder el contacto directo con las embestidas de los animales. Unos ejemplares que no han sido picados ni banderilleados, de ahí que su embestida no estuviera ahormada, es decir, que la puya no atemperase su comportamiento. Pese a ello el gaditano Francisco Montero no duró en saltar a la arena para torear a alguno de los ejemplares exhibidos el citado 23 de octubre.
Como bien podemos comprobar en la cuenta de Instagram de jordijuarez, Montero buscó volver a sentirse torero delante de los animales pertenecientes a los hierros de Adolfo Martín y Peñajara, astados que acudieron con casta y humillación a la muleta de un espada que se jugó la vida sin trampa ni cartón. Un diestro que debido a la falta de oportunidades ha encontrado en el festejo popular ese lugar donde seguir manteniendo viva la llama de la ilusión.
“Soy un maletilla humilde. Respeto mucho este traje porque es el único que tengo. Aunque ya se sabe que el maestro Palomo Linares cortó el rabo de Madrid con un blanco y plata” comentó el propio Montero a los compañeros de CMMedia aquella tarde de su triunfo con los de Monteviejo. Tras ver como las empresas no contaban con él, las redes sociales le han ayudado a no quedarse en el olvido, esperando que algún profesional le tienda la mano para poder cambiar la moneda.