Salió el quinto al ruedo de Morón y Luque explicó una lección de lo que es torear con primor.
El de Murube embestía con dulzura y el torero de Gerena derramó miel, olvidando él y todos la hiel del de su turno anterior, de Partido de Resina
Si el toreo de mano baja lleva emociones a los tendidos es porque sustenta el mando del torero para domeñar casta y poder. Ocurre que en ocasiones, como lo que aquí se comenta, la condición del toro requiere del héroe vestido de luces que a él se enfrenta que sea el pulso templado la receta para conjuntarse uno y otro y, de conseguirse, la emoción que trasciende la obra llegue por el sentimiento artístico.
A eso se dedico Luque.
La faena resultó un prodigio de temple y cadencia, armonía y belleza. Manejaba la muleta Daniel Luque como si en lugar de sostener el estaquillador con las yemas de los dedos lo fuera por un invisible hilo conectado directamente con el alma del artista. Y asi surgió un sortilegio de series en redondo y al natural con toro y torero ( diría que también los espectadores) casi, casi, levitando. Las luquesinas y el estoconazo pusieron la rúbrica.
Y uno, a 1000 km de distancia, salió al balcón de su casa en la Barcelona sin toros y gritó: ¡Viva el toreo!. Un vecino se asomó e hizo el gesto ese de » estás loco».
Bendita locura.