Por Juan Miguel Núñez Batlles
Rafael Rubio «Rafaelillo«, torero por la gracia de Dios. Nunca mejor aplicada esta expresión para definir la carrera del valiente y luchador «Rafaelillo», que vuelve el próximo sábado a los ruedos, después de casi dos años -desde el 14 de julio de 2019- sin poder torear debido a un tremendo percance que aquel día estuvo a punto de costarle la vida, un accidente en el ruedo que como poco pudo haberle dejado inútil para la profesión y hasta para hacer una vida normal aunque fuese al margen de los ruedos.
Porque un toro de Miura en Pamplona casi lo desbarató, rompiéndolo por dentro y por fuera de una manera tan dramática que entonces parecía una quimera, un sueño imposible que volviera a vestirse de luces.
De aquella tragedia, que por fortuna no se consumó, quedan varias escenas en el recuerdo que podrían resumirse en un impactante parte médico redactado al cabo de angustiosas horas en los quirófanos de la enfermería de la plaza, y del Complejo Hospitalario de Navarra, donde finalmente «Rafaelillo» quedó ingresado por espacio de doce días antes de pasar a otra clínica en su tierra, Murcia, ya con la esperanza de mejores expectativas, aunque todavía le aguardaba un lento, doloroso y muy duro camino hasta la recuperación.
Del parte médico fechado aquel 14 de julio -como suele decirse cuando los contenidos de imágenes y palabras son de una absoluta crudeza- habría que advertir que puede herir la sensibilidad del lector, oyente y no digamos telespectador.
Una devastadora literatura médica que habla de fracturas y sangrados por todo el cuerpo de «Rafaelillo». Algo angustioso y conmovedor.
Pero la ciencia médica y el tesón del propio torero, al final parece que han obrado el milagro. Y «Rafaelillo», por fín, va a estar el próximo sábado en el patio de cuadrillas de la Plaza de Toros de La Alameda, en Jaén, dispuesto a hacer el paseíllo.
Un milagro y de verdadera gloria por donde se mire, el hecho de que esos momentos tan difíciles se vuelvan ahora tan esperanzadores e ilusionantes.
Porque vuelve «Rafaelillo», me cuentan de su entorno, tan fuerte física y mentalmente como siempre afrontó la actividad de torero. Experto en la dureza de la profesión, no sólo por el sello de las corridas a las que suele enfrentarse, de ganaderías con acento torista, si no por la técnica que atesosa y su propio valor para imponerse en todos los pormenores de la lidia.
La última fue aquella de Pamplona, de Miura; y ésta del próximo sábado en Jaén, la primera de esta nueva etapa, de Victorino. ¿Hay quién dé más? Así la carrera de «Rafaeilllo» se cotiza ahora más que nunca.
Enhorabuena, matador, por el regreso tan deseado por todos, y tan necesario también para los que empiezan -incluso los que llevan mucho tiempo-, que buscan un espejo de valor como es tu misma imagen.
Le debía este comentario a “Rafaelillo”, y ahora me parece que me he quedado corto. Estoy deseando ampliarlo con una narración que se ocupe de los triunfos grandes que ahora han de venirle.
Mucha suerte, Rafael, torero.