EDITORIAL

Hemos perdido el norte


sábado 13 marzo, 2021

Sevilla, la segunda plaza más importante del mundo, presenta apenas dos novilladas, ¿y qué esperábamos? Si intentamos cortarle el cuello a quien quiere reducir costes…

Sevilla, la segunda plaza más importante del mundo, presenta apenas dos novilladas, ¿y qué esperábamos? Si intentamos cortarle el cuello a quien quiere reducir costes…

Duele mucho afirmar y perjurar que un sector ha perdido el Norte. Duele cuando, día a día, estás hablando de futuro, de valores y cuando tu discurso –el de este medio- está siempre basado en un nombre: esperanza. Duele tener que hacerlo después de una presentación en Sevilla en la que La Maestranza se presentó como “la locomotora” del toreo. Y lo será si la Junta le da el 50 de aforo; y no lo será ni tampoco servirá de ejemplo si ésta otorga un 40 y la empresa no accede a dar la Feria. Duele por todo eso, pero sí: hemos perdido la dirección. 

Que Sevilla presente un abono completo y sólo anuncie dos novilladas con caballos en todo el abono y obvie hablar de las sin picadores no está ni bien ni mal: es simplemente un hecho a analizar por parte del sector. Lean, y sobre todo analicen, cada uno de los detalles porque esto dijo Ramón Valencia este viernes sobre las novilladas: “¿Más festejos? Las novilladas son deficitarias de por sí y más ahora. Las novilladas son viables con abonos largos. Este año todo se reduce, las corridas y por consiguiente las novilladas. Sevilla ha dado 955 novilladas desde que somos empresa, no somos dudosos en ese tema. Sevilla siempre apostó por la cantera. Vivimos situaciones especiales a las que hay que adaptarse. Con los costes de una novillada en Sevilla se pueden dar cinco en otras plazas”. 

Ni las picadas ni las sin picar ni las medio pensionistas. Ninguna. Pero a cualquiera que pueda criminalizar la actitud de Ramón Valencia podemos decirle que está equivocado: él es empresa, tiene que sostener a unos trabajadores y, más allá de que goce de afición o no –presentar un abono como el que ha dado a conocer da fe de que la osa-, su objetivo es no sólo ganar dinero sino no perderlo. Y con las novilladas lo pierde. 

Por tanto, ¿en quién o en qué cimiento radica el problema? ¿En el del sector? Pero, ¿en qué parte de éste? ¿Cómo dar solución a los costes sociales e impuestos que lleva confeccionar un festejo así –algo que se hubiese solucionado si el toreo se planta en bloque en una situación in extremis así y rodea el Congreso para ello-? ¿Y ANOET? Ahora, en su resurrección –y después de haberse marcado como objetivo la comunicación con la clase política de los problemas del sector-, ¿qué fuerza tiene para plantarse en Cultura y pedir una solución a esto?  

Y seguro que lo estás pensando en este momento, pero no: no podemos hacer que las Comunidades que dan certámenes (Castilla-La Mancha, Castilla y León, Andalucía, Extremadura y Comunidad de Madrid) mantengan el peso de este problema, partiendo de la base de que sus certámenes son sin picadores y el problema atañe a los festejos con peto. 

Ni tampoco se puede cimentar el peso de las novilladas picadas sólo en un pueblo, Villaseca, carne de cañón contra quienes no quieren respetar la integridad de los festejos pero sí pretenden que se mantengan todos los hombres en las filas. Y Villaseca es la carne de cañón no porque sea Villaseca y este año vaya a dar cinco con caballos y seis sin castoreño, sino porque detrás tiene a Arnedo, Algemesí, Calasparra, Arganda y quince pueblos más. 

Y duele que a los pocos que hay, además, parte del sector intente cortarle el cuello por defender la verdad, por ir a muerte con la integridad del espectáculo, por adelantarle al novillero los rizos que verá en unos meses cuando se doctore; duele que parte del sector intente degollar a quien sólo plantea reducir costes en cuadrillas para defender al verdadero protagonista de este espectáculo junto al animal y el torero: el espectador. Ese que no quieren que pague más de 20 euros por festejo para que pueda seguir teniendo dinero para ir a dos novilladas en vez de a una. 

Hemos perdido el norte. ¿Quién tiene la culpa? Todos y ninguno. Que cada uno lleve en procesión por dentro su Sambenito personal, que ya se encargará de seguir madrugando para entrenar sin una meta clara la generación perdida del escalafón menor.