El número 1 llevaba en el costado el tercero, colorado, serio y cuajado, un toro hecho al que dejó tres verónicas a pies juntos de mucho calado Adrián; echó la cara arriba en el caballo de Adrián Majadas y luego Roberto Blanco anduvo correcto en el capote lidiador. Por péndulos inició su obra el madrileño, que fue componiendo una faena de mucha firmeza ante un toro noble, con recorrido y humillación. Importante la segunda serie por la derecha, profunda y por abajo. Muy bien Adrián, enganchando de atrás hacia adelante al animal. Por el lado zurdo, el toro se defendía mucho más y era más incierto, por lo que volvió de nuevo a la diestra el madrileño. Importante también en el arrimón final, cuando el toro ya tenía menos viaje, y las bernadinas. Lástima el primer pinchazo, en el que se tiró, pero el toro no le ayudó nada; a la segunda, dejó una media estocada y cortó una oreja.
Serio, bajo, pero de amplia cuerna y muy astifino era el sexto, número 38, cinqueño, animal con codicia de inicio, que le embistió por abajo a las limpias verónicas de Fernando Adrián y una bella revolera. Muy buena primera vara de Alberto Sandoval, en el sitio, levantando el palo cuando el toro apretaba, y también correcta fue la segunda, aplaudida por el tendido. Brindó Adrián a Juan Bautista, matador de toros y empresario del coso: «Te admiro como torero», le dijo en tablas antes de irse a los mismos medios a torear asentado y limpio de rodillas al animal. También resaltó su trayectoria empresarial y su esfuerzo «para que hoy estemos aquí disfrutando en el ruedo». Se echó de rodillas en los medios, pasándose por la espalda al animal, y luego dejando una serie completa en redondo por la derecha y también de hinojos que llegó con fuerza al tendido. A sones del pasodoble La Ópera Flamenca fue construyendo el madrileño una faena compacta ante un toro con nobleza y humillación. Toro importante, que mantuvo la prontitud y la codicia, al que dejó también naturales. Toreros los ayudados por abajo, al que dejó un gran espadazo y cortó dos orejas.