Diego Ventura dejó, esta tarde en La Maestranza, una rotunda doble actuación lastrada por el capricho del palco. El presidente, Gabriel Fernández-Rey, no le concedió una oreja pedida con fuerza tras lidiar a su primero, ni tampoco accedió a dar el segundo premio del quinto tras una rotunda actuación de Ventura. Así hemos narrado sus dos toros:
Salió con muchos pies el segundo de la tarde, animal al que paró a lomos de Chiado, un caballo muy joven que llevó imantado al de Bohórquez a su grupa pese a la intención de este de querer rajarse. Tras la colocación de un único rejón de muerte le tocó el turno a Fabuloso, animal que desde salida mostró su gran valor dejándose llegar una enormidad al animal. Enceló al ejemplar gaditano en el toreo a dos pistas antes de clavar banderillas de poder a poder dejándose llegar una enormidad al manso animal. Erró en dos banderillas -ya a lomos de Nómada-, se atracó tanto de toro que no consiguió clavar dos banderillas de gran exposición. Enrabietado por esa situación se iría de frente al animal para clavar en todo lo alto una banderilla de poder a poder. Con Bronce recortó las distancias ante un toro que dio señas de afligirse. Viendo que la faena no estaba tomando el vuelo que él esperaba quiso remontar esta clavando un par a dos manos con Bronce -ya sin cabezada- que llegó rápidamente a los tendidos. Con Brillante dejaría tres rosas volcándose encima de un astado ya muy parado. Tras un rejón -a dos tiempos- se bajaría de la cabalgadura para con un certero golpe de verduguillo acabar con el animal. Saludaría finalmente una ovación desde el tercio tras no ser concedida la oreja por el presidente, Gabriel Fernández Rey, que no vio mayoría de pañuelos.
A lomos de Querido recibió Ventura al quinto, toro hondo que al que únicamente se le colocó un rejón de castigo. Con Oro Negro enceló al astado hasta cambiarlo de tercio, un animal con una gran elasticidad que confía ciegamente su jinete. Viendo que la tarde estaba algo se le podía ir de las mano sacó a Quitasueños para encender nuevamente la mecha. Le acortó las distancias, apostando este por un toro con aristas. Impacientó al animal para dejar un par de enorme exposición en la misma cara del deslucido y tardo animal de Bohórquez. Con Bronce en el ruedo se desató la locura ya en el primer par. Le volvió a quitar la cabezada para dejar otro extraordinario par a dos manos que puso a la gente en pie. Ventura había conseguido cambiar los ánimos de una plaza fría toda la tarde. Se dejó llegar al de Bohórquez- a lomos de Brillante- en tres rosas de gran exposición, esos que calaron en unos tendidos entregados a un rejoneador que quiso resarcirse de su irregular labor al segundo. Tras enterrar el acero se le pidieron con fuerza las dos orejas, premio que no sería concedida por la presidencia, teniendo que conformarse Diego con una oreja de un toro al que cuajó de principio a fin.
