SEVILLA

Morante y una faena para paladares exquisitos pero marrada con la espada al cuarto


viernes 9 mayo, 2025

Le dio sus tiempos, jugó con las alturas y las distancias para torear con gran asentamiento y verdad a Fiero; además, lo esperó siempre en el embroque a que este viniera con franqueza para llevárselo tras la cadera.

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Foto: Porcuna

Al igual que su primero, este cuarto también pecó de falta de fuerzas, algo que impidió al sevillano soltarse de capote para recibirlo a la verónica. Torerísimos fueron los muletazos del inicio de su labor, esa donde dibujaría dos trincheras de cartel, remates de excelsa torería que rompieron a la plaza en dos. Volvió a mostrarse decido ante un astado al que se lo enroscó a la cintura en derechazos de gran composición y ajuste. Al natural el de Garcigrande embistió al paso, algo que no le importó lo más mínimo a un espada que ve toros en todos lados. Acarició la embestida Fiero en tres naturales al ralentí con la plaza entregada. Sonaban los acordes de Suspiros de España con el de La Pueblan toreando como los Ángeles a un animal al que le sacó todo lo que llevaba dentro, y más. Un compendio de tauromaquias se vieron en el ruedo hispalense, todas ellas puestas sobre el tapete por un espada genial. Le dio sus tiempos, jugó con las alturas y las distancias para torear con gran asentamiento y verdad a Fiero. Lo esperó siempre en el embroque a que este viniera con franqueza para llevárselo tras la cadera. Hubo también muletazos en línea por ambos pitones, esos que no buscaron el alivio del torero sino del astado. José Antonio le pondría el broche a su labor con personalísimos remates antes de pasaportar al animal de un pinchazo y una estocada baja que privaron al de la Puebla de tocar pelo.