La última corrida de la Feria de Abril en la Real Maestranza, con toros de la legendaria ganadería de Miura, ofreció emociones fuertes, y también una anécdota que quedará para el recuerdo protagonizada por el segundo toro de la tarde, de nombre Adobero, número 52, cárdeno, de 569 kilos, lidiado por Pepe Moral.
El de Los Palacios y Villafranca lo recibió a portagayola, en un gesto de entrega y verdad que encendió los tendidos debido a que era el primero de sus compromisos en una plaza esta temporada. Y acto seguido, el toro saltó al callejón, sembrando el pánico en éste, pero por fortuna sin provocar heridos.
La lidia se vio marcada por este momento inesperado: el lugar en el que el toro saltó al callejón fue en la zona del burladero de la Policía Nacional, junto a los picadores, provocando una escena de tensión La situación fue resuelta con rapidez por los subalternos y personal de plaza, aunque el animal pudo haberse lesionado tras el violento salto. A pesar del susto, la lidia continuó.
El incidente quedó como la anécdota de la tarde, en una jornada donde Miura volvió a dejar su sello de seriedad y riesgo. Pepe Moral, profesional y sereno, trató de sacar partido a un toro que, tras el susto, se apagó por completo, pero sacó virtudes de calidad en su embestida. Así hemos narrado el desarrollo de la lidia de este ejemplar de Miura en nuestro toro a toro:
Embistió con cierto temple un primero al que Pepe Moral cuajó a la verónica tras irse a la puerta de chiqueros. Un astado que saltó al callejón con una enorme facilidad junto al burladero donde se encontraban los picadores. Instantes de peligro que afortunadamente no provocaron ningún percance. Tampoco se entregó Adobero en el caballo montado por Francisco Romero, un ejemplar que pareció dañarse de los pechos tras la caída dentro del callejón. Toro que llegó a la muleta sin definir, ese al que nunca le pudo bajar la mano, no permitiendo tirones y que toreó con suavidad el palaciego. Se sintió Manuel en una faena donde buscó pulsear a un astado al que siempre le perdió un paso entre muletazo y muletazo. Pese a la condición pasadora y algo dormidita del animal este buscó toreando con la cintura e intentando ralentizar el muletazo. Al natural se volvió a colocar dándole el medio pecho a un Miura que fue agradecido ante el buen trato del espada. Labor medida la realizada por un matador de toros al que nunca le pudieron las prisas, torero que entendió aquello que le pedía el animal venido de Zahariche. A todo parado metería la mano para dejar una estocada contraria y perpendicular que le valió la primera oreja de la tarde.


