LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

Una faena castiza y cheli


domingo 18 mayo, 2025

El toreo de Ignacio es terapéutico. Hace bien al organismo y enriquece el alma del aficionado.

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Uceda Leal capa en mano. Foto: Olmedo

Toreros como Uceda Leal deberían estar condenados a torear un par de tardes en cada San Isidro. Por lo menos. Hay que buscar un juez que dicte la sentencia o un médico que recete la dosis. Porque el toreo de Ignacio es terapéutico. Hace bien al organismo y enriquece el alma del aficionado. En otro tiempo sería un telonero de lujo de carteles de postín. O torearía diez o doce tardes de categoría en días muy señalados. Hoy en cambio debe aguardar la cita de cada primavera en Madrid con la sensación más que evidente de que el día que se resbale desaparece del mapa

Uceda es mucho más que un torero de Madrid. Representa, seguramente mejor que nadie en la actualidad, esa escuela del toreo, santo y seña de la afición cabal del Foro. Es Escudero y Teruel, Segura y Antoñete. La chulería castiza bien entendida, bohemia y cheli, la que mamó de sus antecesores dentro y fuera del ruedo. En los entrenamientos en la Casa de Campo y en las improvisadas y ya desaparecidas tertulias en los alrededores de la Plaza de Santa Ana. Tiene el toreo en sus muñecas y en las yemas de sus dedos. Por eso supo sacar tajada de un cárdeno de La Quinta que tuvo tan buena condición como justa duración y al que había que calibrar distancias y alturas de modo milimétrico para salir victorioso del trance. 

En definitiva, había que saber torear. Tuvo porte el inicio por alto, elegancia y naturalidad el toreo con la derecha, verticalizando la figura, erguido pero no rígido, a medio camino entre llevar y acompañar porque el toro humillaba en los inicios de cada serie, pero le costaba a partir del tercer muletazo, sobre todo, volver a descolgar. Solventó y resolvió con torería, cuidó la puesta en escena, sobre todo las salidas, nada forzadas, y después de una notable serie con la zurda, con un natural eterno, se dobló por bajo con mucho sabor y despachó al santacoloma con la misma pureza y clasicismo que lo había toreado. La oreja tuvo sabor rancio e imperecedero. Una faena que vale hoy, hubiera valido hace treinta años y seguiría vigente dentro de otras tres décadas. Porque Uceda, como su toreo, no pasa de moda

Le faltó fondo a la carrocería de la corrida de La Quinta, encierro muy bien presentado, reconocible en su tipología pese al aumento de caja y volumen necesario para lidiar en esta plaza. Tuvieron más virtudes los tres últimos, sobre todo el quinto, que fue el de mayor nota. La mayoría, como el primero, largo de viga y fino de cabos, como buen santacoloma se definió ya de salida, humillando pero sin terminar de pasar en el capote de Uceda. En la muleta entró al trapo dormido, para reponer en el embroque y quedarse debajo si tratabas de apretarlo. Difícil ecuación para llegar al tendido porque además no transmitía arriba. El torero lo pasó con aseo sobre ambas manos y lo mató con guapeza.

También se quedó debajo y echó el morro al suelo el segundo, toro más despegado del suelo, proporcionado no obstante, con cuello, degollado de papada y el típico hocico de rata tan característico de este encaste. Fue toro complejo porque se vino casi siempre por dentro por el derecho y al paso por el lado zurdo, midiendo y reponiendo. Toro para andar vivo, sin darse coba, que fue lo que hizo Luque. Sin embargo el quinto, largo, más estrecho, enseñando las palas, fue animal humillador ya de salida. Otro día, en otro momento, Luque le forma la mundial y cambia el discurrir de la tarde y de esta crónica. Pero hoy, a pesar de un decidido inicio en los medios, sin probaturas, no hubo conjunción entre el de Gerena y el “Buendía” de la familia Conradi, que se llevó una ovación de gala en el arrastre.

Grande y con volumen el tercero, cárdeno muy claro, estrecho de sienes, que tuvo son y se desplazó en el capote mejor que sus hermanos. Lo aprovechó Emilio de Justo para saludarlo con garbo, ganando terreno hasta arrebujarse en los medios en una torera media. Se reunió de nuevo por chicuelinas muy manzanaristas para luego doblarse por bajo de inicio, en una apertura torera rematada con un soberano pase de pecho al hombro contrario que hizo concebir esperanzas. Sucedió que el toro tenía el depósito de raza al límite, y que en cuanto se vio podido no quiso coles

Algo parecido al sobrero sexto, con más alzada pero con cuello, de pitón vuelto, más asaltillado. Inició el torero el trasteo de rodillas en los medios, con el toro apretando, pero después de una muy buena serie con derecha, cuando de verdad quiso exigir al toro, se quedó el animal en mitad de la suerte. Trató entonces el torero de perder pasos y traerse el toro enganchado, en muletazos de uno en uno, pero aquello no interesó al cónclave. Se atascó con la espada luego. 

Se fue la gente algo desencantada, pues quizá esperaba más de la corrida, pero salió con el regusto del toreo de Uceda. No somos conscientes de que toreros así son una especie en extinción. Que hay que incrustar esa manera de torear, de andar y de vestir, y hasta de expresarse, en los cerebros de las nuevas generaciones. Porque sino esto se va con usted, maestro.

FICHA DEL FESTEJO

Domingo, 18 de mayo de 2025. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Novena de la Feria de San Isidro. Corrida de toros en homenaje al 120 aniversario de la RUCTL. No hay billetes.

Toros de La Quinta, bien presentados y en tipo. Reponedor el primero; bravucón y temperamental el segundo; repetidor y franco el tercero; de gran clase y corta duración el gran cuarto; insulso y sin transmisión el bello quinto; devuelto el sexto por blando; enclasado a menos el sexto bis.

Uceda Leal, de negro y oro: silencio y oreja.

Daniel Luque, de verde botella y oro: silencio tras aviso y palmas.

Emilio de Justo, de sangre de toro y oro: silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.

Cuadrillas: Saludó Raúl Caricol tras banderillear al segundo.

FOTOGALERÍA: OLMEDO

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