Otro taco de presencia el tercero. No se sobra ni le falta nada. Se estira a la verónica, pero ya en el saludo se ve el estrecho fondo del animal, que pese a su calidad no tuvo motor para tirar para delante. Se lo hizo todo perfecto Borja Jiménez. Colocación -casi frontal- altura de la presentación del engaño, suavidad en el modo de enganchar y longitud y limpieza del muletazo. Los hubo de excelente trazo. La falta de transmisión del toro y la imposibilidad de apretarlo y ligarle los muletazos motivó que no le tuvieran en cuenta.
Bajo y hondo el sexto, enseñando las palas, con desarrollo de pitón. De nobleza insulsa el animal, muy bien picado por Tito Sandoval, por cierto. Borja Jiménez le pegó muletazos conforme mandan los cánones, pero el toro no terminó de entregarse, de empujar el engaño, sobre todo perdió el objeto al final del embroque, y aquello no tuvo fluidez ni continuidad. El público nunca conectó.