Tras varias actuaciones destacadas en las últimas semanas, el torero toledano Jorge Molina se ha quedado fuera de la gran final de la Copa Chenel, el certamen organizado por la Fundación Toro de Lidia que busca dar visibilidad y oportunidades a los matadores emergentes. Lo ha hecho por un estrecho margen, “por unas décimas”, como él mismo señala, pero lejos de quedarse en el silencio, el diestro ha decidido romper su habitual discreción para lanzar una reflexión que va más allá de lo personal.
En una carta abierta dirigida tanto a la Fundación Toro de Lidia como a los aficionados, Molina expone con serenidad y respeto su preocupación por el sistema de puntuación del certamen, especialmente por la influencia que el voto del público puede tener en los resultados finales. “Siempre he creído que los toreros debemos hablar donde realmente importa: en la plaza”, comienza el comunicado. “Sin embargo, hay momentos en los que uno siente la responsabilidad de alzar la voz, no por uno mismo, sino por el bien común”.
Aunque aclara que acepta la decisión y no habla desde el rencor, el joven matador lamenta que un mecanismo concebido para dar voz a la afición —como es el voto popular— pueda ser fácilmente desvirtuado. “Muchos compañeros, y yo mismo, hemos comprobado cómo este voto acaba convirtiéndose en un simple reenvío de enlaces a amigos y conocidos, quienes, sin haber visto siquiera el festejo, emiten su voto por compromiso o simpatía”, denuncia Molina, apuntando a una realidad que podría comprometer la objetividad del concurso.
El torero toledano pone el foco en el hecho de que ese voto del público, aunque cuantificado con un valor aparentemente reducido —un 0,5—, puede desequilibrar el juicio del jurado profesional, que sí ha presenciado y evaluado con rigor cada una de las faenas. Lejos de querer sembrar polémicas, Molina subraya su intención de construir: “Mi intención no es otra que contribuir, con humildad y desde la experiencia, a que la Copa Chenel siga creciendo con el prestigio que merece”.
Por ello, invita a la organización a revisar el sistema de participación popular para futuras ediciones, y a buscar fórmulas que permitan una valoración más fiel y transparente del desempeño de los toreros en la arena. “Porque al final, los toreros hablamos con el capote, la muleta y el corazón. Y es en la plaza donde debe medirse nuestra entrega, nuestro arte y nuestro esfuerzo”, concluye el torero.
La carta abierta de Jorge Molina, al completo

Siempre he creído que los toreros debemos hablar donde realmente importa: en la plaza. Sin embargo, hay momentos en los que uno siente la responsabilidad de alzar la voz no por uno mismo, sino por el bien común, por aquello en lo que creemos y que queremos ver crecer de forma justa.
Por eso me animo hoy a escribir estas líneas, movido por un profundo respeto a la tauromaquia, a mis compañeros, y a la Copa Chenel, un certamen que tanto bien está haciendo a la profesión. Pero también porque creo firmemente que cada uno, en la medida en que puede, debe intentar dejar el mundo —y en este caso, nuestro mundo del toro— un poco mejor de lo que lo encontró.
He quedado fuera de la clasificación por unas décimas. Y sé aceptar las decisiones, como he aceptado muchas otras a lo largo de mi carrera. No me mueve la queja personal, sino la convicción de que hay aspectos que deben revisarse para que el certamen siga siendo un ejemplo de justicia y seriedad.
Me refiero concretamente al voto del público. No cuestiono su existencia, pues la afición es parte esencial de nuestra fiesta. Pero sí me gustaría reflexionar sobre su forma de aplicación. En la práctica, muchos compañeros, y yo mismo, hemos comprobado cómo este voto acaba convirtiéndose en un simple reenvío de enlaces a amigos y conocidos, quienes, sin haber visto siquiera el festejo, emiten su voto por compromiso o simpatía. Y esto, en ocasiones, termina alterando de manera significativa la clasificación final. Lo preocupante no es la décima que se gana o se pierde.
Lo preocupante es que esta votación popular, que en apariencia parece menor —un 0,5—, puede desvirtuar el criterio de un jurado profesional que sí ha estado presente, que sí ha seguido cada faena con conocimiento y sentido crítico, y cuya opinión debería tener un peso que no se vea diluido por un mecanismo popular fácilmente manipulable.
Mi intención al exponer esto no es otra que contribuir, con humildad y desde la experiencia, a que la Copa Chenel siga creciendo con el prestigio que merece. Estoy convencido de que la Fundación Toro de Lidia comparte este mismo objetivo, y por eso les invito a replantear el sistema del voto del público de cara a futuras ediciones, buscando fórmulas que garanticen una participación más informada, más justa, más acorde con la realidad de lo que se vive en el ruedo.
Porque al final, los toreros hablamos con el capote, la muleta y el corazón. Y es en la plaza donde debe medirse nuestra entrega, nuestro arte y nuestro esfuerzo. Con todo respeto y con la esperanza de que esta reflexión sirva para sumar, Jorge Molina Matador de toros
Jorge Molina
Matador de toros