REPORTAJE

El pueblo de 500 habitantes y cuatro plazas de toros


jueves 3 julio, 2025

Situada en el Valle de las Encartaciones, la localidad de Trucios (Turtzioz en Euskera) presume de tradición taurina a golpe de cosos de obra

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Uno de los cosos de Trucios.

No se conoce un caso igual en el mundo. Ni parecido. Un pueblo con poco más de 500 habitantes censados (515 según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2024) que cuenta con cuatro plazas de toros. Todas ellas, además, con una característica común: Que están edificadas entre los siglos XVIII y XIX en terrenos anexos a las ermitas de los distintos barrios del municipio, para celebrar las fiestas religiosas de los mismos.

Situada en el Valle de Las Encartaciones, como sus vecinas Sopuerta o Karrantza, que también cuentan con cosos similares, y no lejos de Rasines, ya en Cantabria, que presume igualmente de una plaza semejante, la localidad de Trucios (Turtzioz en Euskera) presume de tradición taurina a golpe de cosos de obra. No en vano, la relación trucense con La Tauromaquia está documentada desde principios del siglo XVII, fecha en la que ya se tienen noticias del uso de reses bravas en las fiestas que marcaban la festividad religiosa de cada barriada.

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Todas ellas se yerguen a la sombra del templo de culto, en concreto a las ermitas de San Roque, de Santa Isabel, de la Trinidad y a la Iglesia Parroquial, que es la que se usa para los eventos taurinos existentes en la actualidad. Son edificaciones sencillas, de planta cuasi circular, siempre sobre terrenos terraplenados y utilizando el desnivel como defensa y los muros altos a modo de graderío. Contaban igualmente con un corral que hacía las veces de toriles, lajas y lastras que servían de burladeros, y una tribuna de obra, ocupada generalmente por dirigentes y autoridades.

Las cuatro plazas de toros de Trucios se mantienen en pie, unas mejor conservadas que otras, pero sólo en la situada bajo las faldas de su iglesia parroquial se celebran actualmente espectáculos taurinos. La Plaza de Toros de San Roque, contigua a la ermita del mismo nombre, data de 1765, si bien sufrió una profunda reestructuración en los años ochenta del pasado siglo, cuando se le dotó de planta circular, y otra más liviana, en el año 2006. El coso de El Cueto está próximo a la ermita de Santa Isabel. Se trata de un edificio que ha llegado hasta nuestros días en muy buen estado, pese a ser levantado en 1755. Su suelo es de hierba, como el de San Roque, y para su decoración, en 1790, se plantaron álamos en su entorno.

En cambio, la plaza de toros de Gordón, como se conoce al edificio que linda con la ermita de la Trinidad, sufre un estado de semiabandono que apenas deja intuir el aspecto original que tenía cuando fue levantado, allá por 1800. En contraste, la plaza de la Iglesia Parroquial, conocida como San Pedro de Romaña, que aunque fechada en 1734 sufrió una polémica transformación en 1957 para adaptarla a la lidia moderna. Posee planta circular de arena, barrera y cuatro filas de tendido, además de cuatro chiqueros y pilares de hormigón bajo los que pasa el arroyo de Peñalba.

Plaza de toros de Trucios

En este pintoresco entorno se celebró el pasado sábado la novillada que en los últimos tiempos da el pistoletazo de salida a la temporada en la comarca, otros años también en la provincia, incluso en la propia Euskadi. Organizada bajo el auspicio del Club Taurino de Bilbao, bajo su supervisión comparecen en la misma novilleros que han destacado en su escalafón, caso del malagueño José María Rosado o del sevillano Manuel Domínguez, que el pasado mes de enero se hizo con el Certamen de Novilladas de La Puebla del Río y el curso anterior fue declarado triunfador del ciclo de becerradas de Andalucía.

Además, el Club Taurino aprovecha el festejo cada año para homenajear a un personaje relacionado con la tauromaquia local, como hizo otras ediciones con que fuera novillero y ganadero José Cruz Iribarren “Joselillo Cruz”, el aficionado Alfonso Marcos “Platillerito”, y en este 2025 con Iván Fandiño, figura del toreo oriundo de la cercana Orduña, que llegó a torear en Trucios hasta en tres ocasiones en su época de novillero sin picadores.

Eclipsado por las grandes ferias organizadas en torno a San Juan y San Pedro que prorrogan a la archiconocida de San Fermín, a nadie escapa sin embargo que el de Trucios es un espectáculo que cada año va cogiendo peso en la región y prestigio en su circuito, por lo singular del paraje, la tradición que lo secunda, y el que privilegio que supone vestirse de torero y jugar al toro en una localidad que tiene desde hace más de tres siglos a este animal sagrado como protagonista de sus juegos y correrías.

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