Por si la furia de la tormenta en los dos novillos de Aloi no hubiera bastado, Eolo, caprichoso, también quiso hacer de las suyas y convirtió los dos utreros que cerraron la segunda del “Cénate Las Ventas” en un estoico ejercicio de fe. Y de valor. No escatimaron ni Bruno Aloi, que entendió la encastada movilidad del quinto, ni Pedro Luis, puro en su bisoño concepto,,muy hundido y encajado. Merecen volver. Ambos. Porque manejar los engaños era una quimera en Madrid esta noche, donde arriba, cada mástil pasaba las de Caín para no perder sus enseñas. De haber tenido filo sus respectivas espadas, ambos deberían haber paseado una justa oreja. Y digo deberían, porque esta noche el tendido venteño pareció, por momentos, una plaza portátil, una plaza de palos. Con todos los respetos, por supuesto. Pero en las Antípodas de lo que a uno le contaron, le enseñaron, vio con sus propios ojos, que es el primer coso del mundo. Sectores jaleando y abucheando, sin criterio, en cuestión de un pestañeo, voces chabacanas, desahogadas, gente deambulando por el tendido, otros haciéndose selfies en grupo, jóvenes pendientes de los móviles, conversaciones de barra de bar ajenas al ruedo… Lo más “normal” fue el lógico caos del inicio de tormenta. Incomprensible padecer todo eso mientras había dos novilleros jugándosela, a las que no echaron cuentas, en una noche tan desapacible y delante de dos utreros que pidieron trinchera, más que ponerse bonito. Como, en realidad, toda la novillada de Sagrario Moreno, desigual y con casta mala, salvo ese quinto con trasmisión. Inédito quedó con ella Fabio Jiménez, que sorteó un lote infumable.
Fabio Jiménez, sin opción con un primero endeble y de embestida muy descompuesta

Abrió plaza un utrero colorado y bajo, corto de manos, muy serio por debate, con las puntas mirando al cielo y tremendamente astifino. Lo paró Fabio Jiménez a la verónica con bríos. Blando ya desde la primera vara, se le protestó mucho por su extrema endeblez, pues claudicó varias veces. Pese a ello, pasó el corte. Pero a qué precio. Fue un animal de embestida muy informal, descompuesto, rebrincado, soltando mucho la cara, gañafones secos, en ocasiones, sin humillar. Una tanda con la zurda más humilladora. Fabio Jiménez pudo correr la mano por ambos pitones, pero nunca hubo brillo por la falta de ligazón y la destacada embestida de su oponente, Lo mató de estocada caída.
Actitud de un asentado Aloi con un segundo que quiso más que pudo

Más lavado de cara y suelto de carnes, engatillado, el segundo fue un astado que embistió con. codicia en el percal de Bruno Aloi, que se explayó con cadenciosas verónicas y variados remates. Se dejó el utrero toledano, medido de motor también, en el peto y tuvo movilidad en banderillas. Aloi comenzó el trasteo de rodillas, queriendo mucho, así aprovecho las inercias del animal, que tuvo nobleza, pero le costaba. Quiso más que pudo en un trasteo en el que el azteca, buscando torear con la figura erguida siempre, tiró de actitud y entrega, sobre todo, en la segunda mitad del trasteo, ya entre los pitones, con el castaño ya más acobardado. Tras atracarse de novillo inicialmente, lo mató en el segundo intento.
Valor y firmeza de Pedro Luis con un tercero orientado y a la defensiva

Pedro Luis se fue a chiqueros a esperar al tercero, que se frenó y esperó un mundo obligando a soltar el percal al peruano, cuerpo a tierra. Le cogió después el pulso a la verónica en buenos lances a otro novillo con cara, serio por delante, pero sin remate en su caja. También medido de motor como sus hermanos anteriores, claudicó en el peto. Esperó en banderillas. Lejos de mejorar, acrecentó todos sus defectos en la muleta de Pedro Luis. Sin apenas embroque, escaso recorrido y buscando el cuerpo del novillero a mitad del viaje. Orientado de verdad y con peligro. El peruano lo intentó, pese a ello, y le buscó las vueltas al novillo con aplomo. Sin brillo, pero solventando la papeleta con resuello. Lo mató en dos tiempos al segundo intento, pero fue suficiente.
Fabio Jiménez se topa con la desrazada condición de un cuarto con genio
Largo y más lleno que los de la primera mitad, el cuarto, de mazorca blanca y pitón negro, fue un utrero con más trapío y muy astifino. Empujó más, aunque con un pitón, que sus hermanos y se desplazó más en los primeros tercios. Sin embargo, el de Sagrario Moreno sacó genio y se defendió en la muleta de Fabio Jiménez. Medias embestidas, sin casta alguna, muy a contra estilo del concepto templado y de buen trazo del joven de Alfaro, que abrevió. Se agradeció la eficacia con la tizona.
Valor seco de Aloi que se impone a un quinto con transmisión y al tremendo vendaval

El quinto era un toro de muchas ferias de segunda. Con cuajo y una cuna amplia que moría en dos afiladas guadañas. Ofensivo. Aloi mostró la solvencia que tiene en su toreo de capa y volvió a lucirse en el recibo como en su primero. Empujó en el caballo el novillo. El mexicano, jaleado desde el tendido por los mismos que abroncaron luego que intentara dar la vuelta al ruedo, se fue a la boca de riego y le dio dos cambiados por la espalda sin enmendarse, para luego hilvanar un buen prólogo por bajo, coincidiendo con las primeras gotas de lluvia de nuevo. Arreció con fuerza después. Aguacero de verano, en el que Aloi se hizo el rey derrochando actitud. Aplomo a raudales y un valor a prueba de bombas, porque, de la mano con el diluvio, vino Eolo haciendo de las suyas. La muleta, una bandera meneándose en el vendaval. Pese a ello, fue capaz de gobernarla Aloi y pegar varias tandas notables, templadas -que no era fácil- y sin perderle pasos. Tenía el trofeo en su mano, pero marro con el acero y todo quedó en una ovación. Ya saben, algunos, no le dejaron dar la vuelta al ruedo.
Magnífica dimensión de Pedro Luis, muy de verdad con un sexto todo temperamento

De nuevo se fue a toriles a esperar al sexto Pedro Luis, salvo el trance pese a que también se frenó este toro en edad de novillo. Con 538 kilos, rematado como una pelota y la seriedad de las puntas hacia delante. Complejo en los primeros tercios: reservón, midiendo siempre, gazapeando y embistiendo a arreones… Una alhaja. Nada le importó a Pedro Luis que se puso como si fuera bueno, con mucha verdad, con mucho aplomo. Hundido en la arena, muy encajado, ofreciéndole la pañosa por delante siempre. Así logró ligar y arañar las tandas. Especialmente meritoria fue una tanda al natural despaciosa, barriendo la arena al ralentí. Muy despacio. Nada sencillo ralentizar ese ímpetu y torrente de genio del novillo. Para buenos aficionados. Grata impresión del peruano, que no encontró refrendo con el acero. Romo. Se llevó cualquier atisbo de trofeo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Novillada con picadores dentro del ciclo «Cénate Las Ventas» 2025. 9.794 espectadores.
Novillos de Sagrario Moreno. El 1º, blando y descompuesto, de embestida muy informal; el 2º, noble, pero medido de fuerza; el 3º, justo de fuerza y sin recorrido, orientado, a la defensiva; el 4º, medido de motor, desrazado y con genio; tuvo movilidad y mucha transmisión, más encastado que de clase el 5º; mientras el 6º, áspero y con temperamento, también se defendió.
Fabio Jiménez, de marino y oro: palmas y silencio.
Bruno Aloi, de purísima y oro: ovación y ovación tras aviso.
Pedro Luis, de azul eléctrico y oro: silencio y silencio.
FOTOGALERÍA: PABLO RAMOS
