Los corredores más veteranos del encierro de Pamplona aún recuerdan el encierro de Cebada Gago del 12 de julio de 1988, uno de los más peligrosos de la historia de San Fermín. El toro «Doloroso II», del hierro gaditano de Cebada Gago, quedaba suelto a la altura del Ayuntamiento y regresaba sobre sus pasos hasta la misma puerta de los corrales de Santo Domingo, sembrando el pánico durante el recorrido.
«Jamás había sucedido nada igual en el encierro de Pamplona»
Los pastores, los mozos y los cabestros consiguieron reconducir al toro para que comenzara de nuevo su trayecto hasta la plaza de toros, un recorrido plagado de momentos tensos en los que «Doloroso II» arremetía contra todo lo que se encontraba por delante con la peligrosidad habitual de los toros que tienen que completar los encierros en solitario. El veterano periodista de TVE, Javier Solano, no daba crédito ante lo sucedido mientras narraba las imágenes: «Jamás había sucedido nada igual en el encierro de Pamplona». El balance médico fue de seis heridos por asta de toro.
Más recientemente, en el año 2015, se vivió otra situación similar en las calles de Pamplona cuando un toro de José Escolar también se descolgó de sus hermanos y regresó a los corrales de Santo Domingo una vez iniciado el encierro. Esta vez, para evitar los momentos de tensión, se decidió abrir al toro las puertas de los corrales. Posteriormente, fue trasladado a la plaza de toros para ser lidiado por la tarde.