Largo y fino de cabos el tercero, acodado de pitones, más estrecho pero tremendamente serio. Usó su generoso cuello para humillar en el capote de Aguado que ya con el capote dibujó un estupendo quite por delantales con media incluida. No se lo pensó con la muleta. Un tirón a los medios y a torear. Pero de qué manera… vertical la figura, natural el trazo, reduciendo la embestida, todo con un ritmo y una clase inigualable. Dejándose ir, acompañando con gusto y adornándose con gracia. Hubo un cambio de mano por delante y un kikiriquí soberbios. El toro, que tuvo calidad tela, echó la cara arriba al entrar a matar, pinchó Pablo repetidas veces y se fueron las orejas
