«Me va alimentando mi toreo: es a lo que me agarro ante el dolor de la incertidumbre». Así, con esa frase, resume José Garrido cómo está atravesando el invierno más duro, un invierno que desgrana este martes en Cultoro. Fue Garrido uno de los niños prodigio del toreo que, desde el primer día, mostró ser torero de amplio oficio y de gran capacidad técnica, que puede con la mayoría de los animales y que de éstos necesita de la movilidad para brillar. El año pasado una sólida actuación en Añover de Tajo y otra en la Gira de Reconstrucción le valieron para expresarse y no decaer en medio de la trágica situación; antes del estallido de la pandemia, pudo torear en Venezuela y en Valdemorillo.
P- El invierno más duro… debe ser frustrante para un artista ver cómo todo se desmorona por causas externas, ver cómo el trabajo no tiene fruto, ver cómo la lucha no se recompensa en tardes, ¿cómo has sobrellevado mentalmente todo eso?
Hay una palabra que creo que está en boca de todos: la incertidumbre. La incertidumbre de no saber a qué atenernos o en qué pensar. El invierno ha sido muy atípico y todos los años, llegados a estas fechas, ya estoy entrenando y metido de lleno en preparar la temporada, pensando en la primera comparecencia, yendo al campo casi a diario, preparándome de salón con la idea de vestirte de luces, y a día de hoy no sé cuándo voy a hacerlo, como todos mis compañeros.
P- ¿A qué esperanza se agarra uno ante esta situación?
Mi ilusión y mi esperanza está en mi toreo con la fe de que, cuando llegue el día de poder torear y vestirte de luces, todo eso que te digo me salga en una plaza. Es a la esperanza a la que me agarro ante el dolor de la incertidumbre. Yo entreno todos los días, no con la misma intensidad que cuando estoy anunciado, pero sí preparado por si salta la liebre en dos o tres meses y empieza la temporada en marzo o abril. Ahora mismo eso es lo que a mí me da fuerzas para seguir creyendo en el toreo y soñando con poder torear este año. El que tira de la persona, a día de hoy, es el torero que llevas dentro.
P- En cuanto a la parte más material: ¿Has podido torear mucho en el campo? Y en cuanto a la más artística, ¿cómo te has encontrado? ¿Has descubierto virtudes que, quizá en otro momento y en otra circunstancia, hubiese sido imposible dar con ellas?
Entre las cosas que no echo de menos se encuentra la presión, ya que ahora mismo me encuentro en un abandono total de ésta al no tener compromisos pendientes. Los animales que he toreado en el campo, los he toreado sin presión ninguna, los he toreado con un matiz de pausa, de sosiego, de ese concepto que me alimenta…
P- ¿Qué crees que se ha hecho bien y qué crees que se ha hecho mal desde el sector? ¿Qué criticas o alabas de entidades como la Fundación o ANOET durante estos meses?
No sé taparme. En este caso es el hombre y sus circunstancias lo que está prevaleciendo, y lo que sí sé es que hay una cosa que debe ser fundamental: no hay que mirar de ninguna manera lo económico, sino que hay que tirar adelante, dar toros de una forma ética y torear para salir de este pozo cuanto antes. Hay que seguir avivando la llama de la afición y que el aficionado sienta que estamos a las duras y a las maduras. Algunas plazas de primera y segunda sí tenían que haber tirado hacia adelante el año pasado, al menos bajo mi punto de vista. Lo que a mí más lástima me da de esta situación es el gremio ganadero: ellos sí que tienen un chaparrón en lo alto ya que tienen que charle de comer todos los días a los toros…